sábado, 16 de mayo de 2020

Nuevo Orden Mundial Papa Francisco


EL PAPA CATÓLICO FRANCISCO PROMUEVE NUEVA RELIGIÓN PARA EL 2020 ABONANDO TERRENO AL ANTICRISTO


Para algunos sorprendió las palabras del líder de la iglesia católica, fundamenta una nueva religión que unirá a cristianos, católicos, musulmanes y otros credos. Es su «nuevo orden mundial»

Preparándose para el 2020, el papa Francisco ha convocado una reunión para establecer quienes estarán dentro de su “Nuevo Orden Mundial”.
según el portal bibliatodo la nueva religión o agremiación espiritual se le conoce como «El Nuevo Orden Mundial», no es una palabra nueva pero si los objetivos del argentino reconocido por su simpatía con la izquierda mundial.
Basados en las opiniones de escatólogos, rabinos y teólogos, este “Nuevo Orden Mundial” es para que el anticristo tome lugar en las bases del mundo.
Para Mayo de 2020, Francisco realizará una alianza o pacto que tiene trasfondos espirituales, en donde estarán todos los líderes políticos mundiales donde se tocarán temas sociales y de educación también.
Nuevo Humanismo para la Fraternidad de las creencias 
Esta decisión estará marcada en base a formar un “nuevo humanismo educativo”, el cual dice que son temas que deben tocarse con carácter de urgencia.
Durante el 2019, el papa ha violado muchos principios católicos, así como introducir el Corán en el Vaticano y colocar dioses paganos como Pachamama y Moloc en las entradas de sitios históricos para los cristianos.
El termino Ecumenismo es lo que más se adapta a lo que quiere hacer el Papa, pues planea reunir todas las religiones en la restauraciones de antiguas creencias que se creían extintas.
Nuevo Orden Mundial: «Paz en la convivencia común»
Para dar paso a esto, con la ayuda del gran imán sunita Ahmed el –Tayeb, Francisco creó tres mega iglesias que “promuevan la paz mundial para obtener resultados concretos “en cuanto a la convivencia común.
La construcción que más dio de que hablar fue el Templo “Homenaje a Abraham”, la cual es como una especie de fraternidad que une a judíos, cristianos y musulmanes en celebración de un padre en común que sería Abraham.

El papa Francisco tiene una idea para unir las religiones del mundo

“Es un complejo que integrará una iglesia, mezquita y sinagoga, que por primera vez compartirá un espacio colectivo para el diálogo entre las religiones”, dijo Sir David Adjaye, el arquitecto.
Está ubicada en Abu Dhabi y tiene capacidad para sus 9.500.000 habitantes, de los cuales solo su 10% son cristianos.
«Debemos hacer cambios para el Universo»
“Todo cambio necesita un cambio educativo. Tenemos que hacer de manera que este pueblo nazca una convergencia global, para una alianza entre los habitantes de la tierra y la casa común… Un pueblo universal, pero un pueblo personal de cada uno”, dice el papa Francisco sobre el Nuevo Orden Mundial.
Asimismo dice que esta “será una alianza entre los pueblos que traerá paz y justicia, para ser acogida entre familias y propiciador del dialogo entre las religiones”.

Francisco Bergoglio el papa de los católicos es argentino y se ha dado a conocer por sus propuestas revolucionarias

Espiritualidad Budista

Espiritualidad Budista y Narcisismo Occidental

 
 

Se diseñará una religión sin Dios, sin molestas objetividades, sin abismos ni compromisos profundos, sin inversiones a fondo perdido. De aquí nace el neo-budismo adaptado al gusto occidental. 
 
El occidental contemporáneo que se hace budista, en realidad está utilizando la sabiduría de Oriente como coartada espiritual, como aliño místico para su particular ensalada vital, elaborada básicamente con gigantescas dosis de narcisismo. El sujeto ilustrado del siglo XVIII, al llegar al final de su andadura, desemboca en lo que, refiriéndose a los años 70 del siglo XX, Tom Wolfe llamó “la década del yo”; en la “cultura del narcisismo” de los 80, según el título del célebre ensayo de Christopher Lasch; y en lo que, hacia 1991, Francis Fukuyama, en El fin de la Historia, denominó “el último hombre”, que cumple la profecía nietzscheana sobre el empequeñecimiento ontológico del hombre occidental .
 
 
El dato es innegable: desde 1970, Buda ha triunfado en Occidente. Sobre todo en ciertos ambientes cosmopolitas y más o menos elitistas de nuestras grandes metrópolis, queda muy bien decir que uno “se ha hecho budista”. Y nótese –detalle nada baladí- que nunca se dirá que tal o cual persona “se ha convertido al budismo”. Está noción –conversión, convertirse- se reserva para las religiones de Occidente, pero nunca se aplica a las de Oriente. Así, podremos oír que alguien “se ha convertido al Islam”, pero no que lo ha hecho al hinduismo o al budismo.
 
Pues bien: precisamente esta diferencia semántica tiene una estrecha relación con la razón por la cual el budismo, entre ciertas élites urbanas, pero también en los medios de comunicación y a nivel popular, ha encontrado en las últimas décadas un eco tan favorable. Y es que una persona puede “convertirse” a una religión; pero el budismo no es una religión en sentido estricto, sino una mentalidad difusa, una sabiduría, una filosofía, una visión del mundo y de la vida humana. En el budismo se prescinde de la noción de Dios. Tampoco hay ninguna “Iglesia budista” institucionalizada, ni fronteras dogmáticas definidas, ni credo, ni rito oficial, ni sacerdocio o jerarquía, ni una autoridad suprema comparable con el Papa católico. De modo que, cuando alguien “se hace budista”, en realidad no entra en ninguna Iglesia o religión tal y como Occidente entiende esta palabra, sino que sólo adopta una cierta espiritualidad.
 
Ahora bien: si todo esto es así y como fácilmente se entiende, el occidental que se hace budista y que practica su budismo sobre la mullida alfombra de su sala de estar, vive esa espiritualidad de modo absolutamente individual, privado, muy de acuerdo con el talante individualista del Occidente contemporáneo. Desde el siglo XVIII, los occidentales emprendieron el camino del individuo y del subjetivismo; y, llegado el último tercio del siglo XX y decepcionados de la ciencia, la técnica y el progreso, añoraron la religiosidad perdida y la reencontraron justamente en la filosofía mística de Oriente, basada en la concentración, la meditación y la relajación. Pero, sobre todo, para el occidental contemporáneo que emerge hacia 1970 y llega hasta el año 2000, las religiones orientales ofrecen el decisivo atractivo de poderse practicar de modo individualista, es decir, según el pathos propio de la moderna cultura occidental, que es básicamente una cultura del individuo.
 
Sin Dios y sin Crucificado; sin iglesias, dogmas, ritos ni festividades; también sin cielo ni infierno, y sin unos problemáticos siglos de historia con cuyos errores, contradicciones e incoherencias tener que cargar. Así pues, nada de esto: sólo yo y nada más que yo, en el salón minimalista de mi apartamento, sentado en la postura del loto, con los ojos suavemente cerrados y meciéndome entre el aroma del incienso y las ondas rítmicas de un CD de relajación.
 
Tras unos meses de práctica, nuestro neo-budista occidental empieza a obtener unos interesantes réditos de su recién estrenada espiritualidad. Si se muestra concienzudo en sus ejercicios (pues combina budismo con yoga), se produce una mejora del estado psico-físico general, un aumento de la capacidad de concentración, una depuración de las miasmas psíquicas, un fortalecimiento del cuerpo, etc.
 
 
Por otro lado, el concepto de la compasión universal hacia los que sufren, predicada por Buda, se puede encajar sin problemas con el sentido ético-solidario del hombre actual, que tanto ensalza, por ejemplo, la labor de las ONGs. Pero, además –y esto ya resulta menos confesable-, el tener una espiritualidad budista viene muy bien a efectos de sentirse diferente y superior: él, en efecto, como neo-budista, no es un burdo materialista, un borrego consumista de gran centro comercial, un adicto a la telebasura. “Ser budista” proporciona status y caché intelectual, indica que se posee y cultiva una “complejidad interior”, lo cual atrae intensamente al esnobismo del hombre contemporáneo. Luego, además, como en la sabiduría de Buda se prescinde de la idea de Dios, el neo-budista occidental no debe emprender ninguna peregrinación espiritual hacia fuera de sí mismo, no tiene que salir del amado caparazón narcisista de su subjetividad.
 
No hay desgarros ni crisis, no se inicia ninguna larga marcha hacia un horizonte objetivo de pureza ontológica, no se libran duros combates espirituales, no se experimentan las tensiones y paradojas de la fe. Y tal vez lo mejor de todo: el budismo adaptado al uso de Occidente no plantea ningún serio desafío a las convicciones habituales del hombre moderno, que compatibiliza su nueva espiritualidad con su antigua e inamovible defensa de los anticonceptivos, de la mentalidad divorcista, de la sexualidad liberal, del aborto como cuestión fiada a la opción personal del sujeto; y, más en general, el budismo es compatible con su visión de la vida como singladura sin otro rumbo que la exploración infinita de los laberintos de la subjetividad.
 
Por lo tanto, el occidental contemporáneo que se hace budista, en realidad está utilizando la sabiduría de Oriente como coartada espiritual, como aliño místico para su particular ensalada vital, elaborada básicamente con gigantescas dosis de narcisismo. El sujeto ilustrado del siglo XVIII, al llegar al final de su andadura, desemboca en lo que, refiriéndose a los años 70 del siglo XX, Tom Wolfe llamó “la década del yo”; en la “cultura del narcisismo” de los 80, según el título del célebre ensayo de Christopher Lasch; y en lo que, hacia 1991, Francis Fukuyama, en El fin de la Historia, denominó “el último hombre”, que cumple la profecía nietzscheana sobre el empequeñecimiento ontológico del hombre occidental. Este sujeto de ego hipertrófico y con un desaforado sentido de su propio yo, basa su vida en el siguiente lema: “Lo que yo deseo, lo que yo siento, lo que yo siento”.
 
Tal es su criterio de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal. Cualquier recordatorio de que existe una objetividad del ser, una estructura objetiva de la realidad independiente de las opiniones individuales, se considera un signo de fascismo filosófico (así, el progresismo contemporáneo ha llamado fascista a Susanna Tamaro). Y, puesto a elegir una religión, se diseñará una sin Dios, sin molestas objetividades, sin abismos ni compromisos profundos, sin inversiones a fondo perdido. De aquí nace el neo-budismo adaptado al gusto occidental.
 
Sin lugar a dudas, el mayor problema que tiene planteado el Occidente contemporáneo es de naturaleza espiritual. Consiste tal problema en un desarrollo descontrolado de la subjetividad, en un imperialismo del sujeto narcisista que, al dar rienda suelta, como “legítimas expresiones del yo”, a los oscuros monstruos del psiquismo, fomenta por doquier una multiplicidad de fenómenos aberrantes. Ahora bien: entre los muchos elementos válidos que tiene la espiritualidad budista (la genuina, la que practica el hombre oriental, no la espuria del neo-budista occidental), se encuentra la negación del ego (que –cuidado- no es el “yo”), un riguroso programa de aniquilación del ego en cuanto que fuente de deseos egoístas, es decir, del sufrimiento y del dolor que Buda quiso superar.
 
De modo que, si Occidente se tomara en serio a Buda, tendría que efectuar un riguroso examen de conciencia y recorrer un camino de ascesis. Pero este camino, si se recorre a fondo y en una verdadera búsqueda de la verdad, sólo puede desembocar...en el Gólgota, ante el escándalo y la “locura” del Crucificado. Un camino duro, por cierto, para el narcisista contemporáneo; pero sólo ese camino puede liberarlo de la tiranía que sobre él ejerce su propia subjetividad.

Induismo

¿Qué es el hinduismo o "brahamanismo"?

 
 

Para entender el hinduismo hay que conocer la historia y geografía de la India. Hindú viene de Shindu (=habitante de las riberas del Indo); en ocasiones también se le llama “brahamanismo” a esta religión. Los pueblos que cruzaron los desiertos de la meseta irania o las cumbres nevadas del Himalaya para entrar al Valle del Indo, ya nunca más regresaron. Esto vale para dravidianos, arios, persas, hunos, árabes y turcos, desde el 1500 AC hasta el 1500 DC. Las excepciones fueron justamente los occidentales: los griegos de Alejandro Magno (siglo III AC) y portugueses, franceses y británicos (siglos XVI a XIX).

Esta interacción de pueblos fue muy intensa, pero la India no se estabilizó por mestizaje, sino que las ideas se fusionaron y los grupos mantuvieron su distinción en forma de castas.

La religión sirvió para reconciliar a conquistadores y conquistados, no por igualdad o conversión, sino porque el culto dominante agregó y asimiló las creencias y ritos de los dominados.

Por ello el hinduismo tiene elementos variadísimos, una mitología de miles de dioses y carece de un cuerpo único de doctrina o culto. No es raro, estudiando en conjunto esta religión, que muchos elementos no coincidan o se contradigan entre sí. Para el hindú esto no es un problema, pues las pocas creencias compartidas por todos forman un sistema social y legal estable, mientras que sus convicciones son típicas de su zona, clan, gremio, familia, de su gurú o incluso son individualizadas.

 
Mitos y Hechos

M: El hinduismo tiene una historia de 5000 años.

H: Falso. La cultura más antigua de la región (cultura Harappan o del Valle del Indo) comenzó hacia el 2500 AC y fue destruida por los arios en el 1500 AC. Los Vedas se empezaron a codificar hacia el 1000 AC, pero lo que llamamos propiamente hinduismo comienza en el 500 AC, durante el imperio Mauria. En sentido estricto, la religión judía y el budismo son más antiguos.

M: Los hindúes adoran a las vacas.

H: Incorrecto. La religión prohibe matarlas, pero se aprovecha su leche como alimento y su excremento como combustible. Hay un dios-toro Nandi (probablemente una reminiscencia totémica), montura y compañero de Siva, que es muy venerado y representa la fertilidad. Como dios con características animales, es más popular todavía Ganesha (cuerpo de hombre, cabeza de elefante), dios de la prosperidad económica y de la sabiduría.

M: Los Vedas son el equivalente de la Torah, los Evangelios o el Corán

H: Incorrecto. Los Vedas son considerados sagrados por los hindúes, pero no son “Palabra de Dios” que indique verdades y actitudes concretas. En realidad, son los textos de religiones anteriores, especialmente del sistema trifuncional de los arios (tema del Rig Veda) y de la hechicería dravidiana (tema del Atharva Veda); de los dioses hindúes más importantes, Vishnú es apenas mencionado y Siva ni siquiera aparece en ellos. Son mucho más importantes el Mahabaratha y el Ramayana; especialmente una parte del primero conocida como el Bhagavad Gita, el “Libro del Amado”.

Creencias 

Los elementos centrales del hinduismo, y los realmente comunes a todas las sectas y observancias, son tres:

1. Dharma 

El Universo tiene una ley eterna, Rta, que aún cambiando se cumple sin falta. Es un ritmo de creación y destrucción, en el que después de una kalpa (mil edades de 4 milenios), dioses, mundo y hombres se reabsorben en la pralaya (= descanso) pero sólo para reiniciar de nuevo. Cada hombre tiene entonces que “sostener” (= dhar) su parte del universo, cumplir su destino, actuar su deber propio e intransferible, el svadharma. Ello implica observar la práctica religiosa, pero sobre todo asumir la responsabilidad que le corresponde a cada uno en su sexo, casta y condición, para apoyar la armonía del universo.

2. Karma

La existencia presente está condicionada de antemano. No se puede elegir quién se es, pero nuestros actos (= karman) incorrectos “marcan” el cuerpo sutil con impurezas que se presentan en la existencia futura, así como los buenos nos “adelantan” en la cadena de la existencia. La ley del karma es una especie de ley de la causalidad: toda acción tiene su reacción en esta vida o en una próxima.

3. Samsara

La cadena (= smsar) de existencias sucesivas es una ley para el jiva (= alma individual o cuerpo sutil que envuelve al atman o “sí mismo”). El karma presente no se puede cambiar, pero sí el futuro. Avanzando por distintos rangos de la existencia, aceptando el karma y actuando el svadharma, el creyente aspira a llegar a la mukti (= liberación) y reposar fundiéndose en el Absoluto impersonal o fusionándose con Vishnú o Siva; en el fondo, el entorno al que se enfrenta la jiva en cada existencia es ilusión (= maya), pues es un velo a la auténtica realidad del Absoluto. Algunos santos elegidos (= siddha, o “perfectos”) vuelven a encarnar, pero con un cuerpo no kármico, para ayudar a los hombres a liberarse más rápidamente.

b) Los dioses

Los devas son innumerables, pues como dijimos incluyen dioses arios, dravidianos, tamiles, etc. Los hay que son ancestros totémicos, aspectos de la naturaleza, héroes divinizados, dioses mitológicos comunes a los griegos, romanos, celtas y germanos (Indra es exactamente el mismo dios que Ares, Marte, Thor y Torann), etc. La mayoría de los dioses arios del vedismo desaparecieron o perdieron importancia. Brahma, el Absoluto impersonal, es un concepto abstracto que en el hinduismo acabó por ser Brahman, dios de la actividad, representado con cuatro cabezas barbadas y prácticamente no adorado. Sin embargo, sus dos murti o manifestaciones son los dos dioses más populares: Vishnú, el Conservador y Siva, el Destructor. Las epopeyas, cantos, oraciones y meditaciones hindúes tienen en su inmensa mayoría a alguno de los dos como protagonista o protector; los hindúes se reconocen a sí mismos o bien como vishnuítas (líneas verticales) o bien como sivaítas (líneas horizontales).

Visnú es un dios bondadoso y tranquilizador, que interviene cada vez que se pone en peligro el Rta. La manera más típica de hacerlo es a través de sus avatara o descensos en medio de los hombres. La creencia más extendida es que Vishnú ha tenido 9 avatara y aún habrá otra en el futuro.

Los cuatro primeros avatara son en forma de animal y para organizar las fuerzas naturales: como pez, tortuga, jabalí y león.

El quinto y sexto descensos son incursiones contra el orgullo de los hombres: como enano que pone en su lugar a un asceta que estaba ya dominando a los dioses, y como Parasurama, rey que acaba con la violencia indiscriminada de los tshatryas o guerreros.

Su siguiente avatar es Rama, el héroe del Ramayana, ejemplo perfecto de cómo debe cumplirse el svadharma.

El octavo avatar es Krsna, llamado también Bhagavant (= el Amado). Esta es la modalidad de Vishnú más venerada en el hinduismo; se le representa como un joven de piel azul, de ojos enormes y cabellos largos; es el pastor, guerrero audaz, enamorado de todas las mujeres. Krsna brinda una figura tierna, cercana y admirable de lo divino, además de vincular el erotismo y el misticismo.

El siguiente avatar es Buddha; esta inclusión es tardía y representa el ejemplo perfecto de cómo el hinduismo integra otras creencias, pues muy al inicio la oposición entre hinduismo y budismo fue sangrienta. A partir del siglo VII, cuando el budismo ya no era un peligro y había sido casi expulsado más allá del Himalaya, se realizó esta integración.

El décimo avatar -y último de este universo- será Kalkin, un jinete justiciero que llegará en un caballo blanco; un buen número de hindúes lo esperan como el Mesías, y no han faltado intentos de identificar a Jesús de Nazareth con Kalkin (lo mismo que con el Maitreya de los budistas). En el séquito de Vishnú están Laksmi, su esposa, Garuda, el pájaro sol, Hanumant, el dios mono, Ananta, la serpiente de mil cabezas, etc.

Siva es un dios complejo, dual e intenso. Se le representa como un bailarín que hace la danza cósmica (=tandava) sobre el cuerpo del enano Maya, la ilusión de este mundo; aparece con dos pares de brazos, un par dando el equilibrio de la danza, y otro con la mano derecha empuñando la campana de la creación y la izquierda el fuego de la destrucción. Es asceta y borracho a la vez, Isvara el Señor y Kala la Muerte. Proteje el culto fálico y a la vez es Yogésvara, el príncipe de los yogis, que preside la meditación con su terder ojo desde el monte Kailasa. Es la síntesis contradictoria de todos los dioses; su pareja Devi también puede ser la bondadosa Uma o la terrorífica Kali. La mayoría de los seguidores de alguna observancia son shivaítas. En el séquito de Siva, además de su esposa, están también Nandi, Ganesha y los vetala (= vampiros).

C) Prácticas

Las prácticas que describiremos son las más extendidas, pues tenemos siempre que tomar en cuenta que en el hinduismo la experiencia religiosa personal es por definición válida, es svatssiddha (= perfecta para sí mismo); además, se tiene una divinidad favorita (= istadevata) y entonces el culto típico de cada uno se organiza en torno a la tradición de sus seguidores.

1) Sacrificio

Alguna vez se hizo de humanos; de animales sólo se hace entre los sivaítas, aunque son poco frecuentes, pues la doctrina de ahimsa (= no violencia) del jainismo y el budismo acabó pòr integrarse al hinduismo.

2) Ofrendas

Son la práctica más constante; se ofrecen flores, vegetales y ghi (= mantequilla derretida).

3) Visitas y peregrinaciones

Se le da mucha importancia a Templos y vados sagrados. Los templos tienen un istadevata como dios titular, pero siempre hay nichos o capillas para otros dioses. Los templos más grandes tienen habitaciones para los brahamanes, lugares de estudio y espacios para las devadasi (= bailarinas sagradas). El aspecto y la vida del templo dependen de la tradición en torno al istadevata que se trate. Los templos se construyeron en sitios donde aparece una señal maravillosa, donde la mitología indique el paso de un dios, avatar o héroe, donde haya enseñado un santo, etc. Los vados son riberas no profundas del río Ganges, consideradas capaces de purificar las adherencias negativas al cuerpo sutil.

4) Puja

La adoración de imágenes es común a todos los hindúes (pero siempre según el istadevata). Los pasos son “abrir los ojos” (se pintan de nuevo los ojos de la estatua y se le decora), baño, procesión, ofrenda de arroz y semillas, de guinarldas y ghi, y finalmente una marcha triunfal. Hoy la procesión y la marcha se pueden hacer con la imagen sobre un auto.

5) Fiestas

Las pocas comunes a todos los hindúes son Holi, el festival de primavera en el que se le da culto a Krsna; Dipalikotsava, festival de las luces en oct-nov, dedicado a los demonios; Pongal, festival del arroz, en ene-feb. la Sraddha, la comida para los muertos, es una reminiscencia animista extendida en toda India.

6) Ritos de paso

Aparte de lo que señale la propia observancia, el matrimonio y los ritos funerales son comunes; las iniciaciones son específicas.

7) Pureza, preparación y ubicación

Dependen fundamentalmente de la observancia; incluyen para todos un vegetarianismo moderado, algunas normas de higiene y vestido; casi todos los hindúes dan mucha importancia a la astrología y las distintas formas de adivinación.

8) Oración

Se aprecia Vac (= la plegaria), pero es más importante la Dhyana (meditación) que tiene como apoyo la concentración en imágenes de dioses, en diagramas (yantras y mandalas) y especialmente en fórmulas de repetición extática (mantras). El mantra más conocido es OM, que no es una simple invocación sino Brahma mismo, Isvara, la energía de Siva (su shakti).

D) Observancias

Más cruciales que cualquier práctica, la vida de un hindú se define por su darsana (= vía de salvación) u observancia, que le define actitudes, valores y deberes. Las más importantes son:

1) Samkhya

Es la más tradicional; en ella la salvación se busca por el estricto cumplimiento del svadharma. Parte del relato en el el que los dioses sacrifican a Purusa (= el hombre cósmico) y con sus fragmentos hacen las castas: brahamanes, quienes fungen como sacerdotes o guías religiosos (boca), tshatryas, guerreros (brazos), vaisias, los cuales se forman por la clase productora (tronco) y shudras, quienes son trabajadores y en general personas de condición humilde (pies). La aceptación del estado de vida y la actuación de sus exigencias garantiza el avance en el samsara. Fuera de las castas (los "descastados") se encuentran los harijans o los intocables. Esta casta realiza las labores más sucias, en general no se les reconoce derecho alguno y viven y mueren sin ser tomados en cuenta por la sociedad.

2) Pranapatti

Es una observancia con reminiscencia vedanta. Ya que el mundo es ilusión, lo mejor es el abandono (= pranapatti), es decir, el desapego a lo terreno y dedicarse a una vida de sannyasi o renunciante.

3) Yoga

Significa unión, simultáneamente con el Absoluto y con las tapas (= potencias vitales). Esta unión busca hacer del observante un jivanmukta (= liberado vivo) que no necesita abandonar la existencia para ya estar unido a lo divino. Todas las yogas comienzan con pranayama, el control de la respiración y avanzan hacia el rajayoga (unión por la purificación y disciplina psicofísica), el inanayoga (unión por el estudio y la gnosis) o el hatayoga (unión por el esfuerzo, es decir, por la adquisición de poderes extraordinarios).

4) Tantrismo

Es una observancia compleja, a la vez de concentración mental y de disipación sexual. Se trata, a través de distintas prácticas, de que una serpiente mística (= kundalini) que en todo hombre duerme enroscada en la base de la columna vertebral o “primer chakra”, sea despertada hasta erguirse al “sexto chakra”, en el cráneo, donde alcanza la unión con Siva y adquiere su poder (= shaktipah).

5) Bhakti