jueves, 26 de marzo de 2015

Cuando leemos el libro de Job leemos sobre un hombre que se encontraba en medio de una guerra: una guerra espiritual. Job estaba viviendo la vida como de costumbre cuando sin previo aviso experimentó un ataque de Satanás.  A diferencia de los lectores de la historia, Job aparentemente no tenía idea de por qué los eventos catastróficos de su vida estaban sucediendo.  Él no sabía que Dios estaba demostrando su gloria a Satanás y enseñando una lección a Job y a nosotros, mientras usaba a Job como el objeto de la lección.Sin embargo, Job sabía que él había sido fiel al Señor, y no había hecho nada para encender la ira de Dios sobre él en esta manera.
En la historia de Job, Dios revela por lo menos tres aspectos importantes de Sí mismo. Los creyentes debemos reconocer estos aspectos al enfrentarnos a la guerra espiritual: (1) La soberanía de Dios, (2) La sabiduría de Dios, y (3) El amor de Dios.

La soberanía de Dios

Al leer el libro de Job, uno no puede dejar de ver cómo Dios está en control de los acontecimientos que suceden. Note cómo Dios inició la discusión con Satanás haciendo dos preguntas. La primera pregunta revela que Dios sabe lo que Satanás está por hacer: “Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella”, Job 1:7. La respuesta de Satanás era cierta, pero incompleta. La Biblia revela lo que Satanás está haciendo realidad a medida que merodea la tierra. 1 Pedro 5:8 dice: “Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”. También vemos que Dios conduce al adversario al desafío. De hecho, Dios llama la atención de Satanás hacia Job dos veces, y Dios es quien establece los parámetros para el desafío.
Satanás no puede hacer nada sin el permiso de Dios. Satanás tiene poder, pero su poder es limitado. Mientras que él pueda gobernar sobre la tierra, su gobierno es incompleto. De hecho, uno puede ser testigo del gobierno limitado de Satanás en la tierra más profundamente en la vida de los que aman y temen a Dios. Los amigos de Job no podían superar su comprensión ingenua del Principio de Retribución, que Dios castiga el pecado y bendice a la rectitud. El Principio de Retribución es cierto. En última instancia, Dios siempre castigará el pecado y recompensará la justicia.  Sin embargo, eso no quiere decir que cada vez que alguien sufre es siempre el resultado del pecado, como tampoco cada vez que alguien ha sido bendecido es el resultado de nuestra justicia.  
Cuando nos fijamos en esta batalla en la vida de Job, podemos ver algunos de los medios que Satanás utiliza como una oportunidad para “desviar de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo” (2 Corintios 11:3). En primer lugar, Satanás emplea la pérdida de las posesiones materiales y financieras (Job 1:13-17).  Al igual que Job, nuestra respuesta en circunstancias similares indicará si nuestra seguridad y gozo están en el Señor o en lo que Él nos ha dado. En segundo lugar, el ataque puede venir cuando sufrimos la pérdida de seres queridos (Job 1:18-20). Satanás quiere que lleguemos a estar tan desilusionados por la pérdida de seres queridos que culpemos a Dios, o por lo menos dejemos de servir al Señor. En tercer lugar, Job experimentó la pérdida de su salud (Job 2:4-8). Creyentes se puede desviar espiritualmente cuando su atención se desplaza de servir al Señor a enfocarse en ellos mismos debido a problemas de salud. En cuarto lugar, Job experimentó la pérdida de apoyo de otros (Job 2:9;3:31-31;40). El consejo de su esposa era “maldice a Dios y muérete”, exactamente lo que Satanás quería que Job hiciera (Job 2:9). Puede que los amigos de Job genuinamente desearan consolarlo, pero lo que realmente lograron fue añadir más sufrimiento a Job. 
Si la esperanza de Job hubiera estado en su esposa o sus amigos, él habría caído. La única forma en que verdaderamente podemos permanecer en medio de estos ataques es mantener nuestro enfoque en Dios y tener tal confianza en Él que, como Job, podamos decir del Señor, “Aunque El me mate, en El esperaré” (Job 13:15).
Entonces, ¿qué está en el centro de esta batalla? Si bien parece que Job era el foco de los ataques de Satanás, era realmente Dios que estaba bajo ataque, y era un ataque con el que Dios estaba listo para manejar a través de su siervo Job. El ataque de Satanás a Dios puede ser expresado por un par de preguntas: ¿Puede la obra redentora de Dios resucitar a un muerto en el pecado viviendo para sí mismo a uno que este viviendo espiritualmente para Dios? ¿Puede una persona realmente amar a Dios aparte de los regalos que recibe de Dios? El sufrimiento, la virtud y la fidelidad de Job responden las preguntas, y Satanás es silenciado.

La sabiduría de Dios

Dios no solo es soberano: Él es sabio. Él sabe lo que está haciendo. Nuestro problema es que no siempre sabemos lo que Él está haciendo (Isaías 55:8-9). Tanto Job como sus amigos reconocieron la sabiduría de Dios. Irónicamente, los amigos de Job fueron testigos de la sabiduría trascendente de Dios, sin embargo, hablaron como si entendieran completamente Dios. La Canción de la Sabiduría en el capítulo veintiocho indica que solo Dios conoce la verdadera sabiduría y es la única fuente de sabiduría: “El temor del Señor” es la sabiduría (Job 28:28). 
El temor del Señor es una forma de vida ante el Señor, reconociéndolo a Él en todos los sentidos, dependiendo de su gracia. Es reconocer que si bien el Creador está por encima de nosotros en todos los sentidos, también está íntimamente involucrado en la vida de sus siervos en todos los sentidos. Por lo tanto, ya que Dios se preocupa por todos los aspectos de nuestras vidas, todos los aspectos de nuestras vidas deben tener una preocupación por Dios. El temor del Señor reconoce que Dios está llevando a cabo sus propósitos en toda su creación, especialmente en la vida de sus siervos. Con este entendimiento, cuando José había sufrido una gran cantidad de dificultades a manos de sus hermanos, él fue capaz de decir: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien” (Génesis 50:20).  Dios cumple su propósito de glorificarse a sí mismo, incluso a través del sufrimiento de sus siervos.  
Al igual que Job, rara vez sabemos lo que Dios está haciendo mientras estamos en medio de la guerra espiritual, pero hay que recordar que Él sabe lo que está haciendo, y en última instancia es para su gloria y para nuestro bien (Efesios 1:11-14Romanos 8:28-29).

El amor de Dios

Cuando participamos en la intensa lucha de la guerra espiritual, las dificultades pueden llegar a ser tan grandes que somos tentados a dudar de la bondad y el amor de Dios por nosotros.Incluso el justo Job llegó a ese punto. Él dijo “Nada gana el hombre cuando se complace en Dios” (Job 34: 9). 
Al principio y al final del libro, uno puede ver la bondad de Dios para su siervo Job por cómo Él lo bendijo materialmente y con una familia maravillosa. Además, Elihu reconoció que fue Dios quien dio cánticos en la noche, y que una de las razones por las que Dios dirige la creación como lo hace es por causa de su amor (Job 35:1037:13). Sin embargo, la mayor muestra de la bondad y del amor de Dios fue la revelación de sí mismo a Job (Job 42:1-6).  Dios no dio a Job una explicación sino algo mucho mejor: una revelación. En su tiempo, Dios todavía se revela a nosotros cuando miramos a El mientras experimentamos sufrimiento y la tentación de dudar de su bondad y amor.
Cuando nos encontramos atrapados en el centro de la guerra espiritual, debemos recordar lo que Dios ha revelado sobre sí mismo a Job. Recuerda la soberanía de Dios: Él está en control. Recuerda la sabiduría de Dios: él sabe lo que está haciendo, incluso cuando nosotros no. Y recuerda el amor de Dios: Él está comprometido con su gloria y nuestro bien más de lo que nosotros lo estamos. Por tanto, podemos confiar en Él mientras peleamos la buena batalla.

Traducido por Manuel García.
El Dr. Terry J. Betts es profesor asociado de interpretación del Antiguo Testamento en el Southern Baptist Theological Seminary. Ha escrito diversos libros y artículos sobre temas del Antiguo Testamento, y es miembro de la Evangelical Theological Society.
POSICIONES ESCATOLOGICAS PARA CONSIDERAR A LA LUZ DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.

Escatología: Pretribulacionismo

JULIO 17, 2008
Quizás muchos no estén familiarizados con este término, pero todos, de alguna manera u otra tenemos alguna creencia con respecto al final de los tiempos, ya sea correcta o incorrecta. La palabra escatología viene del griego esxatov (eschatos) que quiere decir final o últimos días. Por lo tanto escatología da a entender: el estudio de los últimos días.
Existen varias clases dentro de la Escatología:
a. Liberal los cuales niegan la segunda venida de Cristo como algo corporal, audible y visible.
b. Reformada los cuales creen en una segunda venida de Cristo, la cual es audible, visible y corporal. Dentro de esta escatología hay tres grupos,
  1. Premilenialistas
  2. Postmilenialistas
  3. Amilenialistas
c. Dispensacionalista, que es la más popular en el evangelicalismo
Debido a que en las últimas semanas me he dedicado a escribir acerca del premilenialismo, me gustaría iniciar un estudio formal de la escatología, incentivado además, en los estudios que estamos realizando en la clase dominical de mi iglesia. El día de hoy me gustaría escribir acerca del Pretribulacionismo o Dispensacionalismo.
Historia del Pretribulacionismo
Cuando escuchamos o leemos acerca del Rapto Pretribulacional, debemos saber que esta enseñanza es parte de un sistema llamado Dispensacionalismo. Como hemos visto en las entradas con respecto al Premilenialismo, este sistema contiene dos fundamentos, primero, la separación de Israel y la Iglesia, lo cual como hemos visto y veremos en la siguiente entrada, lo diferencia de la enseñanza bíblica. Segundo, el dispensacionalismo enseña que la Iglesia será raptada en un segundo antes del inicio de la Tribulación. Cuántos de nosotros hemos sido enseñados esto?
Según los dispensacionalistas, con el rapto, Dios concluye su trato con la Iglesia, e inicia un período de siete años de intensa tribulación mientras Dios trata con los judíos intentando que ellos se vuelvan a Él. Al final de esta tribulación, Jesús regresa una tercera vez, y se da otro rapto e inicia el milenio.
Esta idea de un rapto es posible debido a que los dispensacionalistas separan a Israel de la Iglesia, ya que los múltiples pasajes bíblicos que niegan un rapto pretribulacional, dicen los dispensacionalistas, están dirigidos para los judíos.
Qué es lo cierto con respecto al dispensacionalismo? Es un nuevo o reciente tratamiento de la escatología. De hecho, la Iglesia Primitiva no creía en una separación de Israel y la Iglesia, y como veremos en la próxima entrada, los patriarcas de la iglesia no creían en un rapto pretribulacional.
De dónde nació esta doctrina? Esta claro que no existe evidencia de que esta enseñanza haya sido desarrollada antes del siglo 19, quizas con la excepción de un libro escrito por un jesuita, Manuel Lacunza, llamado ‘La Venida del Mesías en Gloria y Majestad,’ escrito en 1791. La doctrina de un rapto pretribulacional surge en el siglo XIX, y ganó popularidad en América al inicio del siglo XX.
Paul Washer, un predicador bautista, inteligentemente, dice en uno de sus sermones que ‘si uno viene con una doctrina que nunca ha sido enseñada en la historia de la Iglesia…uno está equivocado.’ Es curioso que una doctrina que nunca fue enseñada en 1800 años de historia de la iglesia, se haya convertido en la doctrina escatológica más popular dentro del protestantismo, así como fue aceptada por otras sectas a inicios del siglo XX, como los Testigos de Jehová, Mormones, y Adventistas.
El origen del pretribulacionismo está bien documentado. Fue inicialmente revelado por un predicador inglés llamado Edward Irving, luego de que una mujer llamada Margaret McDonald, quien afirmó haber recibido una revelación de Dios, en la cual había visto el rapto secreto de la iglesia.
Irving, quien era un predicador carismático en la capilla de Caledonian en Londres, y que estaba enamorado de los estudios proféticos leyó el libro de un sacerdote jesuita chileno llamado Manuel Lacunza, quien luego se cambió el nombre a Josafat Ben-Ezra, y escribió el libro llamado ‘La Venida del Mesías en Gloria y Majestad,’ en el cual ideaba que Jesús vendría en dos ocasiones por la iglesia. Ese libro nunca fue popular, y de hecho Lacunza fue excomulgado por la iglesia católica por esa doctrina, pero el libro cayó en las manos de Irving, quien lo encontró en la biblioteca del Arzobispo de Canterbury en Londres y lo tradujo al inglés.
Con lo que había aprendido de sus estudios proféticos, lo leído de Lacunza y lo que escuchó de Margaret McDonald motivó a Irving a predicar el rapto secreto de la iglesia, y publicó sus enseñanzas en su periódico, The Morning Watch, en 1830. Durante el mismo período, John Nelson Darby, el padre del dispensacionalismo, tiene contacto con Irving, quien le habla acerca de lo que escuchó de McDonald, y hace que Darby logre establecer un sistema escatológico, en donde, la separación de Israel y la iglesia queda resuelto, sin ‘contradicciones’ bíblicas aparentes. Darby entonces termina montando la escatología dispensacionalista, en donde la iglesia es raptada a los cielos antes de la tribulación, y luego de un período de siete años, de tratar Dios con Israel, viene Cristo en una segunda venida e inicia el milenio. No fue sino hasta 1839, que Darby ya tenía terminada esta escatología dispensacionalista que incluía el rapto pretribulacional.
Casi cincuenta años más tarde, C. I. Scofield ideó un plan para la creación de una Biblia de referencia que pudiera explicar la compleja estructura dispensacionalista a las masas. En su Biblia incluyó el error de Darby, es decir, el rapto pretribulacional, e introdujo el Dispensacionalismo a la iglesia de Estados Unidos. En la actualidad, los grandes líderes de esta doctrina son Hal Lindsey, Tim LaHaye, Jerry Jenkins, Grant Jeffries, entre otros.
La pregunta que debemos hacernos cuando conocemos la historia del dispensacionalismo y del rapto pretribulacional es esta: Es correcto creer en algo que la iglesia no ha enseñado ni creído a lo largo de 1800 años? Podemos dejar pasar el hecho de que la iglesia primitiva y los patriarcas de la iglesia eran y escribían a favor del postribulacionismo?
En la próxima entrada veremos lo que algunos de los patriarcas de la iglesia creían.
sujetosalaroca.com

miércoles, 25 de marzo de 2015

La Biblia y el Corán -R.E Harlow

 
 
 
 
 
 
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Hay una unidad sorprendente en el texto de la Sagrada Biblia a pesar de sus muchos “autores”. ¿Cómo fue posible esto con 40 autores que escribieron durante un período de 1.500 años, en muchos lugares distintos en tres continentes? Fue posible solamente porque el único verdadero DIOS les dio la revelación, porque evidentemente ellos no pudieron colaborar ni consultarse unos a otros como escritores. La pluralidad de escritores, en lugar de ser una debilidad o desventaja, es en realidad una prueba del origen divino de la Biblia, cuyo Autor es únicamente Dios.
En cambio, notamos como defecto que el Corán sólo tuvo un autor, Mahoma, y que su libro sólo fue escrito durante un período de 20 años en Meca y Medina. En lugar de ser esto una ventaja o punto a favor del Corán, realmente expone su debilidad. Precisamente porque no tuvo más de un sólo autor, nos encontramos frente a un libro que se supone que debemos aceptar “porque sí”, porque lo dice Mahoma, y ya está. Además el Corán no contiene profecías como las de la Biblia, sino carece de pruebas internas de su veracidad (Is. 41:21-23). El resultado es que el Corán sólo puede ser aceptado por una “fe ciega” o por obligación o presión de otros. Literariamente, como supuesto “libro santo”, es un libro incompleto y sospechoso, porque le faltan las evidencias o pruebas externas para poder ser puesto a una prueba objetiva.

el Corán no contiene profecías como las de la Biblia, sino carece de pruebas internas de su veracidad (Is. 41:21-23)

La Sagrada Biblia                                                        El Corán
1. 40 escritores.                                                            1. Sólo 1 escritor.
2. Durantee 1.500 años.                                             2. Durante 20 años.
3. En tres continentes: Europa, Asia y África           3. Sólo en Meca y Medina
Además, el Corán cae en el mismo error que el Libro de Mormón, que fue escrito totalmente por José Smith quien, como Mahoma, se dijo ser profeta de Dios, y también alegó que Dios le dirigió a escribir su libro. Otra vez, el problema que encontramos es el de tener que aceptar su palabra sin ninguna prueba. El argumento de que es un libro único y que nadie puede producir otro libro como él, es algo que francamente carece de poder, es subjetivo e inaceptable. Nadie tampoco puede pintar un “Rembrandt”. Entonces, ¿esto quiere decir que su arte es divina?
Por: R.E Harlow, créditos Carlos Thomas Knott

Cómo Reconocer una Iglesia Verdadera, 2ª. Parte

5 JULIO 2013

clip_image002Cómo Reconocer una Iglesia Verdadera, 2ª. Parte

por John MacArthur
Hay realmente sólo una realidad que me obliga y constriñe a cualquier líder fiel en la iglesia, que es: ¿Qué me ordena hacer el Rey como Su siervo en Su nombre, en Su reino, porque este es Su reino? Pablo dice: "Se requiere de los administradores" … y esto es una mayordomía … "que cada uno sea hallado fiel." Fiel asume simplemente ser dócil, sumiso y obediente a lo que se me ha dado por Dios a hacer .
Al ser un pastor, o ser un anciano, líder de la iglesia, me pone inmediatamente bajo Cristo, que es el gran pastor, como Pedro lo llama. Y yo soy simplemente un sub-pastor, llevando a cabo sus órdenes tal como se revela en las Escrituras. Amo la iglesia. Mi vida es la iglesia. Hay otras cosas que yo hago, pero que son secundarias a pastorear el rebaño de Dios, para ser parte de la iglesia. Yo nunca podría salir de la iglesia. Nunca pude hacer otra cosa que no sea esta. Cuando me han pedido que haga algo más, dar un paso fuera de ser un pastor e ir a hacer algún otro ministerio, como una especie de ministerio ejecutivo o líder del ministerio, o un maestro itinerante, o predicador. La respuesta es siempre inmediata y completa y absoluta y es, “No, yo no puedo salir de la iglesia.” La Iglesia es la única institución que nuestro Señor jamás construido y prometió bendecir. La iglesia es Suy y todo es Suyo. Todo el pueblo de Dios en el mundo de hoy son parte de la iglesia. Este es su cuerpo, la función del reino. Las funciones de todo el reino tienen lugar en la vida de la iglesia. Todo lo que Dios ha ordenado para su pueblo se lleva a cabo en la comunión de la Iglesia, en la comunión de la iglesia, a través de los dones y ministerios del pueblo de Dios que constituye la Iglesia.
La iglesia es la única manera de pastorear al pueblo de de Dios. Puedo escribir libros. Puedo hacer conferencias. Puedo ir aquí e ir allí y hablar aquí y hablar allá. Puedo estar en la radio. Puedo estar en la televisión. Todas esas cosas son una especie de complemento de la iglesia para ayudar a los creyentes en otros lugares, pero esos son recursos que vienen aparte para ayudar a fortalecer a la iglesia. Sin embargo, cualquier persona que es llamada al ministerio es llamado a la iglesia. Cualquier persona que es llamado a pastor está llamado a pastorear la iglesia, el rebaño de Dios, de ver a sus almas como quien debe rendir cuentas, Hebreos 13 dice. Tenemos que alimentar y dirigir y preparar para dirigir. Y somos responsables de eso.
Y todos los premios, en un sentido muy real, todos los beneficios genuinos, las grandes riquezas del ministerio se disfrutan básicamente en la iglesia. Es en la iglesia que vemos el poder de la Palabra obrando en el largo período de tiempo. Es en la iglesia que vemos a las personas santificadas. Soy capaz de escribir un libro, puedo predicar en la radio, y no puedo encontrar a alguien que me diga lo que eso significaba para ellos, pero yo sólo sé la vida de las personas con las que vivo, en la iglesia. Y puedo ver la obra santificadora y puedo saborear el fruto del ministerio de la Palabra y la obra del Espíritu en sus vidas.
Tengo temor de no ser fiel a mi rey, a mi Señor, a la cabeza de la iglesia, y al mismo tiempo, estoy encantado y feliz de ser fiel. Tengo miedo de no ser fiel, y estoy alegre de ser fiel. Quiero evitar Su desagrado, por supuesto, pero también quiero disfrutar de Su favor. Y eso marca el rumbo de la iglesia. Todo el objetivo de liderazgo en la iglesia es conformar al pueblo de Dios a la Palabra de Dios. Y el mayor modelo de eso es Cristo mismo. Así que para ser usados ​​por Dios para ser un agente por el cual la Palabra es ejercida sobre el pueblo de Dios para formar con ellos la imagen de Cristo, de eso es lo que el ministerio se trata. De eso se trata.
Y este ministerio en la iglesia se debe a la supremacía de la predicación y la enseñanza. Ese es el corazón de todo. Predica la Palabra, enseña la Palabra. El ha dado a las iglesias evangelistas, pastores maestros. En cualquiera de los casos están proclamando la verdad. Ellos están enseñando el evangelio, la verdad. Los maestros, predicadores, apacientan el rebaño de Dios, los alimentan con la Palabra de Dios. Predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo, usted sabe todas esas medidas cautelares.
Así que cuando pensamos en la iglesia – y sólo estoy dando una especie de mirada amplia de ello – cuando pensamos en la Iglesia, de esto es lo que estamos hablando. Estamos hablando del conjunto de personas que viven bajo la autoridad de la Palabra de Dios, que viven bajo un claro entendimiento de la Palabra de Dios traído a ellos por los líderes fieles y maestros que proclaman estas verdades y que apoyan sus demandas y su proclamación por la forma en que viven. Yo nunca podría estar contento fuera de la iglesia. Yo nunca podría estar completo fuera de la iglesia. La iglesia es mi vida. La iglesia es el lugar donde vivo, me muevo y tengo mi existencia, al igual que todos los creyentes. Es por eso que no "dejamos de congregarnos." Es por eso que, como leemos en Hebreos 10, que “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;… y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
Ahora bien, si queremos obtener una definición bíblica para empezar, permítame llevarlo a Mateo 16, ya que este es el primer lugar en el Nuevo Testamento donde se menciona la iglesia. Una porción familiar de las Escrituras, y en el versículo 18 tiene esta declaración de nuestro Señor, "Yo edificaré mi iglesia." "Yo edificaré mi iglesia." Es la primera vez en el Nuevo Testamento que nos encontramos con la palabra “iglesia.” “Yo edificaré mi iglesia.” Él no está hablando de un edificio, Él no está hablando de organizaciones, instituciones, programas, estrategias. Él está hablando de la gente, – “Edificaré mi iglesia” El pronombre posesivo “mi iglesia,” es un recordatorio de que la iglesia no nos pertenece, es su iglesia. Se le pertenece. En Hechos 20 se nos recuerda que Dios compró la iglesia con Su propia sangre. Hemos sido redimidos, Pedro dice, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa del Señor Jesucristo, el Cordero sin mancha y sin contaminación. Así que a un inmenso costo, el Señor ha pagado el precio de su iglesia y Él está edificando Su iglesia. La única pregunta que me hago siempre es:
"¿Qué quiere el Señor de la Iglesia de mí para servirle en la construcción de su iglesia?”
Ahora con esa introducción de la iglesia en Mateo 16, nos acercamos a esta pequeña sección de la Escritura, y quiero mostrarles algunas maravillosas verdades fundamentales que están aquí. Creo que fue hace unos seis o siete años que me fui a través de – creo que era 2007 o 2006 – que me fui a través de este pasaje con los hombres que estaban en la Conferencia de los Pastores. Y este es un pasaje definitivo para ayudarle a entender lo que constituye una verdadera iglesia.
Éstos son los elementos esenciales que definen una iglesia.
Número uno, una iglesia es una colección de redimidos que hacen una gran confesión. Sólo hay que poner abajo “una gran confesión.” Vamos a comenzar en el versículo 13: “Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o uno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Esa es la pregunta que la iglesia, el Verdadera Iglesia contesta correctamente. ¿De acuerdo? La Iglesia es, ante todo, se define por su cristología. “¿Quién decís que soy yo?” Pedro responde, y él respondió no sólo por sí mismo, sino por el resto de los discípulos creyentes, “Tú eres el Cristo[g], el Hijo del Dios viviente.,” ese es quien eres.
Ahora sabemos por las Escrituras que Jesús también se presenta como la piedra angular. Pablo dice: 1 Corintios 3, Jesús es el fundamento. Pedro dice que Él es la piedra angular. La iglesia está construida sobre El. Él es el fundamento. Primera de Corintios 3: No se puede edificar sobre cualquier otro fundamento. Una vez más, Efesios 2, Cristo es la piedra angular. Así que la primera y esencial y definitiva característica de la verdadera iglesia es que tiene un punto de vista bíblico de Jesucristo. Tiene una visión correcta de Jesucristo. No es una visión superficial, no es una perspectiva sentimental de Jesús. No es una perspectiva de Jesús de que Él es un profeta y nada más, como los liberales lo tienen. Es la imagen fiel de Cristo. Si cualquiera predica otro Cristo, sea anatema, sea anatema. Si alguien predica otro evangelio, sea anatema. Este es Pablo, si alguien viene a usted con que no sea el verdadero Cristo, 2 Juan, ni siquiera lo escuche, tal persona está en un grave error. Todo empieza en la cristología.
Ahora permítanme retroceder un poco en el versículo 13. Cesarea de Filipo es una ciudad en la frontera norte, el Líbano, de la tierra de Israel. En un principio fue conocida como Paneas. Fue cambiada a Cesarea de Filipo en honor a César. Paneas era su nombre original del dios griego Pan. Usted ha oído hablar de las flautas de Pan. El pequeño dios que toca la flauta era el dios Pan. Estaba en el centro, en realidad, de la vida griega y romana. Era un centro de idolatría. Había ídolos por todo el lugar, desde la época griega. Y con la llegada de César, había un templo construido allí al dios César Augusto, y la ciudad fue renombrada en honor de César. Era el lugar en Israel, donde la cultura de las religiones no judías del mundo se habían reunido. Había Judios allí, pero estaban en la frontera norte y habían absorbido todo el paganismo de las generaciones pasadas. Era el lugar perfecto para aclarar la naturaleza de la salvación, la naturaleza de la Iglesia y la verdad sobre el Señor Jesucristo.
Es en ese entorno, un ambiente de idolatría, que nuestro Señor hace la pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Y para eso, hay respuestas, Juan el Bautista, Elías, Jeremías, uno de los profetas , que iba a venir al pueblo judío. “¿Quién decís que soy yo?” Y se afirma en el versículo 16 que él es el Mesías, el Hijo del Dios viviente, el ungido, el Redentor prometido, que Él es la deidad, que Él es la humanidad. Esta es la confesión que establece la verdadera iglesia. Si no se hace esa confesión, entonces usted no tiene una verdadera iglesia, no tiene verdaderos creyentes. La iglesia no es un grupo de personas que necesitan una charla motivacional. No es un grupo de creyentes que les gusta la música. No es un conjunto de personas no salvas que necesitan ayuda para sus adicciones. No se trata de personas que quieren sentir la espiritualidad, que quieren experimentar la espiritualidad. No es un conjunto de personas que quieren ir a través de rituales y tradiciones sin sentido. Se trata de una asamblea de aquellos que hacen esta gran confesión de fe en el Señor Jesucristo. Para ampliar un poco, Romanos 10, los que creen en Él, creen que Dios le levantó de los muertos y confiesan a Jesús como Señor. Es esa asamblea de personas que creen en Su nombre, Juan 20:31, y por lo tanto tienen vida eterna.
En la siguiente parte de esta serie, vamos a responder a estas dos preguntas: “¿Qué es la confesión común de la verdadera Iglesia?” Y “¿Cuál es el fundamento de la vida de la Iglesia?”

Porque Amo la Iglesia

24 MARZO 2015

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Por John MacArthur
Amo la Iglesia.
Yo soy un amante empedernido e incurable de la iglesia. Me emociona más allá de expresión el servir a la iglesia. Aunque yo también estoy involucrado en algunos ministerios para-eclesiásticos, no cambiaría mi ministerio en la iglesia por todos ellos juntos. La iglesia ocupa el primer lugar en mis prioridades del ministerio, y todos los ministerios para-eclesiásticos a los que sirvo están subordinados, y fluyen de mi ministerio en la iglesia.
De hecho, toda mi vida la he vivido en la iglesia. Mi padre era un pastor, al igual que mis abuelos durante tres generaciones más antes de él. Así que un profundo amor por la iglesia corre prácticamente en mi sangre.
En una corta serie de próximos artículos, voy a esbozar algunas razones bíblicas de porque amo la iglesia. Vamos a empezar con el primero de hoy:
1. La Iglesia está siendo edificada por el Señor mismo
La iglesia es la contraparte en el Nuevo Testamento del Templo Antiguo Testamento. No me estoy refiriendo a un edificio de la iglesia, sino al cuerpo de todos los verdaderos creyentes.
Es un edificio espiritual (1 Pedro 2:5.), La morada del Espíritu Santo (1 Cor 3, 16-17; 2 Corintios 6:16.), el lugar en donde la gloria de Dios es manifiesta más claramente en la tierra, y el núcleo adecuado y el punto focal de la vida espiritual y de adoración para la comunidad de los redimidos.
Dios mismo es el arquitecto y constructor de este templo. En Efesios 2: 19-22, Pablo escribe:
Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Es imposible exagerar la importancia de la iglesia en el plan eterno de Dios. La iglesia es su edificio (1 Cor. 3: 9). Además, Él es el inmutable, soberano, Señor omnipotente de los cielos. Su Palabra no puede regresar vacía sino que siempre logra lo que Él dice (Is. 55:11). Él siempre es fiel y no puede negarse a sí mismo (2 Tim. 2:13). Sus propósitos soberanos siempre sucede, y su voluntad siempre cumple finalmente (Is. 46:10). Su plan es invencible e inquebrantable, y Él hará pasar todo lo que Él ha hablado (v. 11). Y ha hablado sobre la construcción de la iglesia en las palabras más triunfantes.
Por ejemplo, en Mateo 16:18, Cristo dijo, "edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella "Aquel que conoce a sus ovejas por su nombre (Juan 10: 3). -El que escribió sus nombres antes de la fundación del mundo (Apocalipsis 13: 8) -El garantiza personalmente que el puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia que Él está construyendo.
“Las puertas del Hades" era una expresión judía para la muerte. Hades es el lugar de los muertos, y las puertas del Hades representan el portal dentro de ese lugar –la muerte misma. Hades es también el dominio del diablo. Hebreos 2:14 se refiere a Satanás como el "que tenía el imperio de la muerte", y el versículo 15 dice que él usa ese poder para mantener a las personas en temor y esclavitud toda su vida. Mas ahora Cristo ha roto ese poder, y liberado a Su pueblo del dominio de Satanás –en esencia, ha derribado las puertas del Hades. Y por lo tanto, incluso el poder de la muerte, el arma más fuerte que Satanás esgrime-no puede evitar el triunfo final de la iglesia que Él está construyendo.
Hay todavía más importancia a las imágenes de "las puertas del Hades." Las puertas, son la seguridad defensiva más importante de una ciudad amurallada. Por lo tanto, las palabras de Cristo retratan la iglesia militante, atacando las mismas puertas del infierno, victoriosamente liberando al pueblo del poder de la muerte. Así, Cristo asegura el triunfo de la misión de evangelización de la iglesia. Él está edificando la iglesia, y la obra no se verá frustrada.
La promesa de Cristo en este pasaje no debe ser mal interpretada. . Él no sugiere que ninguna iglesia en particular será infalible. Él no enseña que cualquiera de los obispos de la Iglesia será libre de errores. Él no garantiza que tal o cual iglesia individual no apostatará. Él no promete éxito y prosperidad a cada congregación. Pero hace la promesa de que la iglesia –ese cuerpo universal de creyentes bajo la dirección de Cristo – tendrá una existencia visible y un testimonio en este mundo, en tanto el mundo exista. Y que todos los enemigos de la verdad combinados nunca aseguraran la derrota o la destrucción de la iglesia.
Observe también que la iglesia es una obra en progreso. Cristo sigue edificando su iglesia. Todavía estamos bien coordinado (. Ef 2:21). La iglesia está todavía en construcción (v. 22). Dios todavía no ha terminado. Las imperfecciones y manchas en la iglesia visible todavía se están perfeccionando por el Maestro Constructor.
Y aquí hay algo notable: El plan para el producto terminado es un anteproyecto que fue trazado en la eternidad pasada.
Continuará Mañana

30-GRANDES TEMAS BÍBLICOS – Cuatro Aspectos De La Justicia – Lewis Sperry Chafer.

Cuatro Aspectos De La Justicia


Una diferencia vital entre Dios y el hombre que la Escritura enfatiza es que Dios es justo (1 Jn. 1:5), mientras que, según Romanos 3:10, el cargo fundamental hecho a los seres humanos es que «no hay justo, ni aun uno».

De la misma manera, una de las glorias de la gracia divina es el hecho de que una justicia perfecta, semejante a la blanca e inmaculada vestidura de una novia, ha sido provista en Cristo y es gratuitamente concedida a todos los que creen en Él (Ro. 3:22).

Las Escrituras distinguen cuatro aspectos de la justicia.

A. DIOS ES JUSTO

Esta justicia de Dios es invariable e inmutable (Ro. 3:25, 26). Él es infinitamente justo en su propio Ser e infinitamente justo en todos sus caminos.

Dios es justo en su Ser. Es imposible que Él se desvíe de su propia justicia, ni siquiera como por una «sombra de variación» (Stg. 1:17). Él no puede mirar el pecado con el más mínimo grado de tolerancia. Por consiguiente, puesto que todos los hombres son pecadores, tanto por naturaleza como por práctica, el juicio divino ha venido sobre todos ellos para condenación. La aceptación de esta verdad es vital para llegar a un correcto entendimiento del evangelio de la gracia divina.

Dios es justo en sus caminos. Debe también reconocerse que Dios es incapaz de considerar con ligereza o con ánimo superficial el pecado, o de perdonarlo en un acto de laxitud o debilidad moral. El triunfo del evangelio no radica en que Dios haya tratado con lenidad o blandura el pecado; sino más bien en el hecho de que todos los juicios que la infinita justicia tenía necesariamente que imponer sobre el culpable, el Cordero de Dios los sufrió en nuestro lugar, y que este plan que procede de la mente del mismo Dios es, de acuerdo a las normas de su justicia, suficiente para la salvación de todo el que cree en Él. Por medio de este plan Dios puede satisfacer su amor salvando al pecador sin menoscabo de su justicia inmutable; y el pecador, que en sí mismo está sin ninguna esperanza, puede verse libre de toda condenación (Jn. 3:18; 5:24; Ro. 8:1; 1 Co. 11:32).

No es raro que los hombres conceptúen a Dios como un Ser justo; pero donde fallan a menudo es en reconocer que cuando Él efectúa la salvación del hombre pecador, la justicia de Dios no es ni puede ser atenuada.

B. LA AUTOJUSTICIA DEL HOMBRE

En completa armonía con la revelación de que Dios es justo tenemos la correspondiente declaración de que ante la mirada de Dios la justicia del hombre (Ro. 10:3) es como «trapo de inmundicia» (Is. 64:6). Aunque el estado pecaminoso del hombre se revela constantemente a través de las Escrituras, no hay descripción más completa y final que la que se encuentra en Romanos 3:9-18; y debe notarse que, como en el caso de otras evaluaciones bíblicas del pecado, tenemos aquí una descripción del pecado como Dios lo ve. Los hombres han establecido normas para la familia, la sociedad y el estado; pero ellas no son parte de la base sobre la cual él ha de ser juzgado delante de Dios. En su relación con Dios los hombres no son sabios comparándose consigo mismos (2 Co. 10:12). Porque no están perdidos solamente aquellos que la sociedad condena, sino los que están condenados por la inalterable justicia de Dios (Ro. 3:23). Por lo tanto, no hay esperanza alguna fuera de la gracia divina; porque nadie puede entrar en la gloria del cielo si no es aceptado por Dios como lo es Cristo. Para esta necesidad del hombre Dios ha hecho una provisión abundante.

C. LA JUSTICIA IMPUTADA DE DIOS

Como se ha recalcado en las discusiones previas en cuanto a la doctrina de la imputación, la importante revelación de la imputación de la justicia de Dios (Ro. 3:22) es esencial que la comprendamos tanto sobre los principios sobre los cuales Dios condena al pecador como sobre los principios sobre los cuales Dios salva al cristiano. Aunque la doctrina es difícil de entender, es importante comprenderla como uno de los mayores aspectos de la revelación de Dios.

  1. El hecho de la imputación es subrayado en la imputación del pecado de Adán a la raza humana con el efecto de que todos los hombres son considerados pecadores por Dios (Ro. 5:12-21). Esto se desarrolla más aún en el hecho de que el pecado del hombre fue imputado a Cristo cuando Él se ofreció coma ofrenda por el pecado del mundo (2 Co. 5:14, 21; He. 2:9; 1 Jn. 2:2). Así también la justicia de Dios es imputada a todos los que creen, para que ellos puedan permanecer delante de Dios en toda la perfección de Cristo. Por causa de esta provisión se puede decir de todos los que son salvos en Cristo que ellos son hechos justicia de Dios en Él (1 Co. 1:30; 2 Co. 5:21). Siendo que esta justicia es de Dios y no del hombre y que, según lo afirma la Escritura, ella existe aparte de toda obra u observancia de algún precepto legal (Ro. 3:21), es obvio que esta justicia imputada no es algo que el hombre pueda efectuar. Siendo la justicia de Dios, ella no puede ser aumentada por la piedad de aquel a quien le es imputada, ni tampoco disminuir por causa de su maldad.
  2. Los resultados de la imputación se ven en que la justicia de Dios es imputada al creyente sobre la base de que el creyente está en Cristo por medio del bautismo del Espíritu. A través de esa unión vital con Cristo por el Espíritu el creyente queda unido a Cristo como un miembro de su cuerpo (1 Co. 12:13), y como un pámpano a la Vid verdadera (Jn. 15:1, 5). Por causa de la realidad de esta unión Dios ve al creyente como una parte viviente de su propio Hijo. Por lo tanto, Él ama al creyente como ama a su propio Hijo (Ef. 1:6; 1 P. 2:5), y considera que él es lo que su propio Hijo es: la justicia de Dios (Ro. 3:22; 1 Co. 1:30; 2 Co. 5:21). Cristo es la justicia de Dios; por consiguiente, aquellos que son salvos son hechos justicia de Dios por estar en Él (2 Co. 5:21). Ellos están completos en Él (Co. 2:10) y perfeccionados en Él para siempre (He. 10:10, 14). 
  3. En las Escrituras se nos dan muchas ilustraciones de la imputación. Dios proveyó túnicas de pieles para Adán y Eva y para obtenerlas fue necesario el derramar sangre (Gn. 3:21). A Abraham le fue imputada justicia por haber creído a Dios (Gn. 15:6; Ro. 4:9-22; Stg. 2:23), y como los sacerdotes del tiempo antiguo se vestían de justicia (Sal. 132:9), así el creyente es cubierto con el manto de la justicia de Dios y será con esa vestidura que estará en la gloria (Ap. 19:8). // La actitud del apóstol Pablo hacia Flemón es una ilustración tanto del mérito como del demérito imputado. Refiriéndose al esclavo Onésimo, dice el apóstol: «Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo (imputación de mérito). Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta (la imputación de demérito)» (Flm. 17, 18; cf. también Job 29:14; Is. 11:5; 59:17; 61:10). 
  4. La imputación afecta la posición y no el estado. Existe, por lo tanto, una justicia de Dios, que nada tiene que ver con las obras humanas, que está en y sobre aquel que cree (Ro. 3:22). Esta es la posición eterna de todos los que son salvos. En su vida diaria, o estado, ellos se hallan muy lejos de ser perfectos, y es en este aspecto de su relación con Dios que deben > (2 P. 3:18). 
  5. La justicia imputada es la base de la justificación. De acuerdo a su uso en el Nuevo Testamento, las palabras «justicia» y «justificar» vienen de la misma raíz. Dios declara justificado para siempre a aquel que Él ve en Cristo. Este es un decreto equitativo, ya que la persona justificada está vestida de la justicia de Dios. La justificación no es una ficción o un estado emotivo; sino más bien una consideración inmutable en la mente de Dios. Al igual que la justicia imputada, la justificación es por fe (Ro. 5:1), por medio de la gracia (Tit. 3:4-7), y se hace posible a través de la muerte y resurrección de Cristo (Ro. 3:24; 4:25). Es permanente e inmutable, pues descansa solamente en los méritos del eterno Hijo de Dios. // La justificación es más que el perdón, porque el perdón es la cancelación de la deuda del pecado, mientras que la justificación es la imputación de justicia. El perdón es negativo (supresión de la condenación), en tanto que la justificación es positiva (otorgamiento del mérito y posición de Cristo). // Al escribir de una justificación por medio de obras, Santiago se refería a la posición del creyente delante de los hombres (Stg. 2:14-26); Pablo, escribiendo de la justificación por la fe (Ro. 5:1), tenía en mente la posición del creyente delante de Dios. Abraham fue justificado delante de los hombres demostrando su fe por medio de sus obras (Stg. 2:21); asimismo, él fue justificado por fe delante de Dios por la justicia que le fue imputada (Stg. 2:23).

D. LA JUSTICIA IMPARTIDA POR EL ESPIRITU

Lleno del Espíritu, el hijo de Dios producirá las obras de justicia (Ro. 8:4) del «fruto del Espíritu» (Ga. 5:22-23) y manifestará los dones para el servicio que le han sido dados pon el Espíritu (1 Co. 12:7). Se establece claramente que estos resultados se deben a la obra que el Espíritu realiza en y a través del creyente. Se hace referencia, por tanto, a un modo de vida que en un sentido es producido por el creyente; mejor dicho, es un modo de vida producido a través de él por el Espíritu. Para aquellos que «no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu», la justicia de la ley, la cual en este caso significa nada menos que la realización de toda la voluntad de Dios para el creyente, se cumple en ellos.

Esto nunca podría sen cumplido por ellos. Cuando es realizada por el Espíritu, ella no es otra cosa sino la vida que es la justicia impartida por Dios.

PREGUNTAS

  1. Con relación a la justicia, ¿qué diferencia hay entre Dios y el hombre?
  2. ¿Cuáles son los cuatro aspectos de la justicia revelados en las Escrituras?
  3. ¿En qué sentidos Dios es completamente justo?
  4. ¿Hasta qué punto llega el hombre en su auto justicia y por qué ésta es insuficiente?
  5. ¿Por qué es necesaria para el hombre la justicia imputada de Dios?
  6. ¿Cuáles son los resultados de la imputación de justicia en el hombre?
  7. Proporcionar algunas ilustraciones bíblicas de la imputación.
  8. ¿De qué manera afecta la imputación la posición y el estado ante Dios?
  9. ¿Cómo se relaciona la justicia imputada con la justificación?
  10. Contrastar la justificación y el perdón.
  11. ¿Cuál es la diferencia entre la justificación por las obras y la justificación por la fe?
  12. ¿Hasta qué punto se extiende la justicia impartida por el Espíritu?

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