Thomas Hall señaló que “la oración es una obra del corazón y no de la lengua, las palabras no son más que el lado externo de la oración, es el deseo del corazón lo que Dios mira y respeta, y si tus afectos fallan, aunque tu las palabras se arrastran, pero tu fe alcanzará lo que tus palabras no pueden; si no puedes hablar, pero puedes llorar, Dios oirá la voz de tu llanto; las lágrimas tienen voz (Salmo 6:8), así como las palabras".
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