lunes, 17 de agosto de 2015

Avivamiento (II)

“Cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos” Jonás 3:8
Jonás 3
El avivamiento hace que las cosas materiales pasen a un segundo término, porque nos hace conscientes de la urgencia del momento en que vivimos. Ante lo inminente del juicio de Dios y el ardiente deseo de escapar, el rey de Ninive y sus colaboradores ordenaron a los ciudadanos que nadie invirtiera su tiempo en comer, ni en trabajar dando de comer a los animales, sino que lo invirtieran en escudriñar sus vidas para encontrar sus pecados, arrepentirse de ellos y abandonarlos. Esta misma reacción natural encontramos hoy en día en toda persona que es consciente, por el trabajo del Espíritu, de que es necesario redimir el tiempo y que es urgente predicar el evangelio. Bajo la influencia del avivamiento la gente que recibe el mensaje de la salvación es invadida por el mismo sentimiento de urgencia. Es interesante notar que el rey mandó que los animales también fueran cubiertos de cilicio, esto es debido a que toda la creación de Dios participa de los efectos destructivos del pecado del hombre (Romanos 8:20 y 22) y Dios les toma en cuenta tanto para destrucción (1° de Samuel 15:3 y 9) como para la manifestación de su misericordia (Jonás 4:11, Romanos 8:21). Por esta razón los ninivitas hicieron participar a los animales de las manifestaciones externas en su humillación. El mensaje de Jonás no contenía una invitación al arrepentimiento, ni una promesa de salvación; era solamente el aviso de Dios para la ciudad de Nínive de que a causa de su maldad se aproximaba el juicio que los destruiría, 40 días después de su anuncio. La leve esperanza del rey estaba fundada exclusivamente en el hecho de que Dios no les hubiera destruido sin avisarles y que había enviado a una persona que les anunciara el juicio que se aproximaba. –Desde la Edición
Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso; ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza” Lamentaciones 3:28-29

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