sábado, 29 de agosto de 2015

La gran amistad entre Farel y Calvino aunque con dos décadas de diferencia; fue demostrada por la actitud de cada uno, Farel al no mostrar celos por la sabiduría de Calvino, y Calvino al mostrar respeto y gratitud.
Al respecto el teólogo e historiador Philip Schaff escribe . . . .
Calvino acompañó a Farel en octubre para la disputa en Lausana, que decidió la Reforma en el cantón de Vaud, pero tuvo poca participación en ella, hablando sólo dos veces. Farel era el pastor principal, veinte años mayor, y tomó la iniciativa. Pero con rara humildad y sencillez cedió muy pronto al genio superior de su joven amigo. Él estaba contento de haber conquistado el territorio del renovado Evangelio, y lo dejó a él para cultivar el mismo y para traer orden en el caos político y eclesiástico. Él estaba dispuesto a menguar para que Calvino pudiera aumentar. por su parte Calvino, lo trató siempre con relación afectuosa y gratitud. No había ni una sombra de envidia o celos entre ellos.
(Las cosas caminaban bien, claro, con los inconvenientes que siempre habrá; pero la ayuda de Couralt, algo anciano, y casi ciego, pero tan lleno de vigor como sus jóvenes colegas, Saunier, rector de la escuela, Cordier, querido maestro de Calvino, el hermano de Calvino, Viret quien los visitaba de la vecina Lausana, Olivetan, pariente de Calvino, logro que la influencia aumentara mas y mas en Ginebra). Este es uno de los tantos inconvenientes que tuvieron . . . .
La Iglesia naciente de Ginebra tuvo la molestia de costumbre con los anabaptistas. Dos de sus predicadores vinieron de Holanda y ganaron cierta influencia. Pero después de una discusión infructuosa fueron desterrados del territorio de la ciudad por el gran Consejo, ya en marzo de 1537. (472)
472 Ann. 208-210. "Conseil des Deux-centavos (Lundi 19 Mars). Fuit propositum negotium illorum Katabaptistarum sur lesquelz un estéadviséque iceulx et tous aultres de leur secte soyent perpetuellement bannys de ceste citéet terres dicelle sus poenne de la vye". Se les pidió que se retractara, pero respondieron que su conciencia no le permitía, con lo que fueron, "perpetuamente desterrados".
Historia de la Iglesia Cristiana.
Volumen VIII.
Libro Tercero.
Capítulo X.
Cuando la base de todas las cosas es El Señor, ni le edad, ni las diferencias de intelecto, impiden la armonía y el amor fraternal. Y mucho menos herejías, o sectas impiden el avance del Glorioso Evangelio de Nuestro Señor.
Francisco Sola Gratia Machado. Su servidor, gracias por leer.

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