martes, 30 de diciembre de 2014


“Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo” , Romanos 10:9.
Estoy convencido de que hay pocas promesas más hermosas y tranquilizantes que la que el apóstol Pablo presenta en Romanos 10:9. Hay una profunda simplicidad a la misma. Y de eso se trata, después de todo.
El pueblo de Dios está compuesto por aquellos que confían en las buenas nuevas de que la salvación es solamente por gracia mediante la fe en Cristo. Mientras los sistemas falsos añaden ciertas obras para ganar o merecer la salvación, el evangelio de Cristo es escandaloso: es Otro el que cumple la ley a perfección y quien ganó la salvación en nombre de todos los que confían en Él como su sustituto. No podemos hacer nada para ganar esto; al contrario, nuestra única esperanza es que esa "justicia ajena" sea acreditada a nuestra cuenta.
Es la naturaleza simple y escandalosa del evangelio lo que nos da esperanza y seguridad. De no ser por el evangelio, nunca podríamos tener la garantía de saber si finalmente hicimos lo suficiente para ganarnos el favor de Dios. ¡Gracias a Dios por la justicia imputada de Cristo y su perfecta obediencia!
Así que, si Romanos 10:9 nos dice la verdad del evangelio, ¿por qué tantos cristianos (incluso pastores) parecen estar tan confundidos por este versículo? Una vez más, es necesario conocer el contexto para entender el texto. En base a la totalidad de la revelación de Dios en la Escritura, hay dos cosas que podemos concluir con certeza que este texto no está diciendo.

1) Pablo no está sugiriendo que somos salvos por nuestras obras u oraciones

Algunos cristianos han tomado este versículo para sugerir que simplemente recitar una oración es lo que salva a la gente. En otras palabras, si podemos hacer que la gente rece la "oración del pecador", entonces podemos asegurarles que son salvas.
Pero eso está lejos de ser la doctrina bíblica de la conversión. La Palabra de Dios deja en claro que somos salvos solo por fe. Nuestras buenas obras no nos ganan nada delante de Dios. De hecho, Isaías 64:6 dice que son como trapos de inmundicia. Si el acto verbal de rezar una oración es lo que nos salva, esto sería una forma de justicia por obras. Llegaríamos a la conclusión de que el factor determinante de nuestra salvación es haber “rezado la oración". Pero la cuestión clave en el evangelio es la fe.
Por supuesto, es completamente natural y apropiado que cuando Dios concede la fe y el arrepentimiento a un pecador, se haga evidente a través de una oración. Esto es, en parte, lo que Pablo está implicando en este mismo versículo. Pero eso es bastante diferente a decirle a alguien que la oración en sí es lo que los salva. Este es un “evangelio” de abracadabra, no el evangelio de Cristo.

2) Pablo no está diciendo que las buenas obras no tienen importancia

Toda la carta a los Romanos es clara. Somos justificados –declarados justos– sobre la base de la fe, no por obras. La ley es incapaz de salvar a nadie, y es que esa nunca fue la intención, sino el mostrarnos nuestra necesidad de misericordia y de una justicia que no es nuestra.
Así que algunos podrían concluir que este versículo implica que solo hacer una decisión inicial de seguir Jesús es todo lo que importa. “Confiésalo como salvador y listo, serás salvo”. Esto sugiere que la autoridad de Cristo como Salvador puede estar divorciada de su autoridad como Señor. Pero ni en este verso ni en ningún lugar de las Escrituras hay una categoría para un cristiano que vive exactamente igual que aquellos en el mundo.
Entonces, ¿qué está diciendo Pablo? Note que este versículo es parte de la carta de Pablo a los cristianos de Roma, asegurándoles que el evangelio es para Judíos y gentiles; por la fe, aparte de la ley, y a través de la buena voluntad soberana de Dios, para formar un pueblo para sí mismo. Estas son buenas noticias. Todos estábamos muertos en nuestros pecados. La ley no fue capaz de salvar a nadie. Y en la carta, el apóstol se enfrenta a un desafío teológico increíble. ¿Cómo es que el evangelio viene a "gentiles que no iban tras la justicia", pero que Israel "que persigue una ley que llevaría a la justicia” no tuvo éxito en llegar a esa ley? Por un lado, se pone de manifiesto en el capítulo 9 que se debe enteramente a la elección libre y soberana de Dios. Pero la buena noticia es que Dios salva a todos los que invocan a Cristo, Judío o gentil, porque la justicia que es por la fe es el que da vida (Romanos 10:5-6).
¿Y cómo luce la fe cuando Dios por gracia la otorga a un pecador? Es espectacularmente simple. Se trata de una confesión de fe y una creencia, una confianza, en la obra salvífica de Jesús y su tumba vacía. Ese es el punto de Romanos 10:9. No hay nadie, sin importar la raza, la clase, la etnia o el género, que esté demasiado lejos para ser reconciliado con Dios.
Como Pablo aclara más adelante en Romanos y en el resto de sus epístolas, nuestra fe necesariamente dará frutos. O, como dijo Martín Lutero, "Somos salvos por la fe sola, pero la fe que salva no está sola". La fe salvadora siempre se manifestará en buenas obras en las vidas del pueblo de Dios. Sí, vamos a ser imperfectos y tropezaremos con el pecado. Pero la vida de alguien que ha confesado a Cristo como Señor y ha creído en Él es una vida que también exhibirá el fruto del Espíritu. Esta es la razón por la que solo un par de capítulos más adelante, Pablo da una lista bastante explícita de mandamientos y expectativas de lo que debe caracterizar a un cristiano.
Si usted es un cristiano, es por la simple promesa del evangelio de Jesucristo. Ni usted ni yo hicimos nada para contribuir o merecer nuestra salvación. En cambio, este es un don gratuito de Dios. Gracias a Dios por esa buena noticia. Pero recuerde la exhortación del mismo apóstol Pablo "ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor" (Fil. 2:12). Esto es lo que significa ser un discípulo, salvo por gracia y llamado a seguir a Cristo como maestro. Gracia y misericordia indescriptibles, que nos llaman una vida que dé testimonio del reinado de Cristo sobre el universo.
Matthew J. Hall (Ph.D., Universidad de Kentucky) es vicepresidente de servicios académicos en el Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky , donde también enseña clases de historia de la iglesia. Lo puedes seguir en Twitter: @MatthewJHall

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