martes, 2 de diciembre de 2014

Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. (Eclesiastés 12:14)
Todo el Nuevo Testamento está dominado por la certidumbre de que en un día venidero habrá un juicio universal, y por el problema que esto plantea: Cómo podemos nosotros los pecadores arreglar cuentas con Dios mientras todavía hay tiempo? El Nuevo Testamento contempla a la distancia "el día del juicio", "el día de la ira", "la ira venidera", y proclama a Jesús como el Divino Salvador, como el Juez divinamente señalado.
El Juez que está delante de la puerta (Santiago 5:9), listo para "juzgar a los vivos y a los muertos" (1 Pedro 4:5), el Juez justo que dará a Pablo su corona (2 Timoteo 4:8), es el Señor Jesucristo, el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos (Hechos 10:42).
Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquél varón a quien determinó (Hechos 17:30). El Padre... todo juicio dio al Hijo... el Padre... le dio autoridad de hacer juicio... vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de condenación [se levantarán para oír su sentencia] (Juan 5:22). El Jesús del Nuevo Testamento, que es el Salvador del mundo, [de Sus escogidos] es también su Juez.
Porqué es, entonces, que los hombres esquivan el pensamiento de Dios como Juez? Parte de la perfección moral de Dios es su perfección para juzgar. Acaso un Dios a quien no le interesara la diferencia entre el bien y el mal sería un ser Bueno y Admirable?
Así que preparémonos para venir al encuentro con Dios. Preparémonos para venir al encuentro con Cristo resucitado. Podemos estar seguros de que Aquel que es verdadero Dios y perfecto Hombre, obrará como Juez Perfecto.
Pablo se refiere al hecho de que todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo denominándolo "El temor del Señor" (2 Corintios 5:11) y NADA MÁS JUSTO. Jesús el Señor, igual que Su Padre, es santo y puro; nosotros no somos ninguna de las dos cosas. Vivimos a la vista del Señor, Él conoce nuestros secretos, y en el día del juicio la totalidad de nuestra vida será pasada en Su Presencia. Si realmente nos conocemos, sabemos que no estamos en condiciones de aparecer delante de Él.
Pidamosle al Juez que ha de venir que sea nuestro Salvador. Si nos escondemos de Él ahora, nos encontremos con Él luego como Juez... y ya sin esperanza. Busquémosle ahora y lo encontraremos y entonces descubriremos que podemos esperar ese futuro encuentro con alegria, sabiendo que ahora ya "ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1.
~ J.I.P.
Gracia y paz amados hermanos.
Claudia Amador L.
02 Dic. 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario