jueves, 9 de febrero de 2012

La Biblia ante todo

 
“¡Quierotener mi propia Biblia! ¡Voy a tener una Biblia, aunque tenga que ahorrar durante diez años!”.Era el año1794. La pequeña Mary Jones siempre había anhelado tener una Biblia en sus manos parapoder leerla por símisma. Hacíaañosque se sentaba en el regazo de su padre, un tejedor de oficio, paraescucharlo mientras le contaba las historias de Abraham, José,David y Daniel. Pero su familia erademasiado pobre para poder comprar una Biblia, de haber sido fácil de conseguir, pues en aquellaépoca casi no se conseguían Biblias en todo Gales.Hacia dos años, la señora Evans, esposa de un granjero vecino, al enterarse de que Mary anhelaba leerla Biblia, le había prometido que cuando aprendiera a leer, podría ir a su casa para leer la Biblia que ellostenían. Apenas se abrióuna escuela en las cercanías del pueblo, Mary comenzó a asistir, entusiasmadapor aprender a leer.Esta vez, la niñade diez añoscamino másde dos kilómetros desde el pueblo de Llanfihangel, al norte deGales, hasta la granja de la familia Evans. La distancia no fue un problema para la ansiosa niña:“¡Caminaríamucho máspor semejante placer, señora mía!”, le dijo a la señora Evans.Finalmente, cuando Mary se quedósola con la Biblia en la habitación, levantóreverentemente el pañoblanco que cubríay protegíael preciado libro. Después, con manos temblorosas, abrióel libro en elcapítulocinco Juan, y sus ojos se posaron en las palabras” “Escudriñadlas Escrituras; porque a vosotrosos parece que en ellas tenéisla vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39). Con lacerteza de que Dios le había hablado claramente, hizo la fiel promesa de que escudriñaríala Palabra deDios con todo su corazón.Desde ese día, cada sábado iba caminando hasta la granja de la familia Evans, donde leía, estudiaba ymemorizaba capítulos enteros de aquella Biblia prestada. Sin embargo, su corazón no dejaba deconsumirse por el profundo anhelo de tener su propia Biblia. Mary se había propuesto tener una Biblia,a cualquier precio.Durante los siguientes seis años, además de sus estudios escolares y los diferentes quehaceres de lacasa, Mary aprovecho cada momento libre para hacer trabajos ocasionalespara amigos y vecinos. Ypersistiódiligentemente en ahorrar para comprar su propia Biblia. Cuando se enteróde que el lugarmáscercano para comprar una Biblia era el pueblo de Bala, a unoscuarenta kilómetros de distancia, nodudóen ir. Llena de esperanza, una mañana temprano comenzóa caminar descalza, para no arruinar su
 
únicopar de zaparos. Antes de llegar a su destino, las piedras del camino ya habían ampollado ylastimado todos sus pies.Agotada físicamente, pero sin poder contener la emoción de estar a punto de cumplir la aspiración detoda su vida, Mary finalmente llegóa Bala, donde le contósu historia al señor Charles, ministro religiosodel lugar. Cuando Mary terminóde hablar, el señor Charles se lamentóde informarleque acababa devender la ultima Biblia que teníaa la venta, y que la pequeña cantidad de Biblias que le quedaban yaestaban reservadas para otros. Además, la sociedad que había impreso aquella pequeña cantidad deBiblias en galésya no pensaba imprimir más.Fue tan grande la desilusión de Mary que comenzóa llorar incontrolablemente. Conmovido por lagran pasión de aquella niñapor una biblia,el señor Charles sintióque debía darle una de las Biblias quele quedaban. Las palabras no pueden describir la felicidad que Mary sintiócuando el señor Charlescolocóen sus manos el precioso tesoro por el que había estado orando, llorando y ahorrando todos esosanos. Durante el trayecto de los cuarenta kilómetros de regreso a casa, su corazón rebosaba de alegríapor tener su propia Biblia, el libro que seguiría siendo el mejor amigo y compañero de toda su vida.Nancy LeighDeMoss,
En la quietud de su presencia 
(págs. 137-139, Editorial Portavoz,edición enespañol, año 2011)Cortesía de:
Lumbrera.wordpress.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario