jueves, 3 de septiembre de 2015

La inteligencia y la fe cristiana
La inteligencia es una maravillosa facultad que Dios dio a su criatura, pero a menudo ésta hace mal uso de ella, como lo hace con todos los dones del Creador. Esta facultad es indispensable en el ámbito humano, en el que a veces puede elevarse muy alto. Incluso es apta para percibir ciertos atributos de Dios. El apóstol Pablo nos enseña, en efecto, que mediante la inteligencia es posible discernir “su eterno poder y deidad… por medio de las cosas hechas” (Romanos 1:20).
Pero cuando se trata de lo divino, los recursos de la inteligencia humana se detienen. Ella es incapaz de discernir la verdadera naturaleza de Dios. El ser finito no puede comprender el ser infinito.
¿Esto quiere decir que hay una distancia infranqueable que separa al hombre de Dios? No, pues Dios escogió darse a conocer de otra manera. Se reveló mediante la Biblia, su Palabra dirigida directamente a cada hombre; por medio de la fe cada uno es llevado a comprender todo lo que Dios quiere darnos a conocer de él.
Si mi razón no quiere reconocer la revelación divina, entonces me privo del acceso a un ámbito de conocimiento infinitamente más elevado, reservado a los que creen. El que somete su razón, a fin de emplearla de una nueva manera que responda al pensamiento de su Creador, puede llegar a “conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:2-3).

No hay comentarios:

Publicar un comentario