domingo, 1 de febrero de 2015

ÉL LLEVÓ NUESTRAS ENFERMEDADES

Mateo 8:14-17
Al comienzo de la Iglesia de Cristo sobre la tierra, los apóstoles predicaron el evangelio con poder. Exaltaban la crucifixión del Señor por nuestros pecados y testificaban acera de cómo había sido el ministerio de Jesús (Hch.10:38) Así que, Jesús anduvo:
  1. MINISTRANDO A LAS FAMILIAS (V.14-15). Nuestro Señor fue a la casa del apóstol  Pedro. Vemos que el  apóstol Pedro era casado.  Además, según 1 Co.9:5, su esposa lo acompañó en sus viajes pastorales. Este registro contradice totalmente la doctrina romana. La iglesia de Roma prohíbe que sus ministros se casen, lo cual no es bíblico. Este dogma del Romanismo es equivocado porque el Señor nunca ordenó que los pastores sean célibes, todo lo contrario, el Señor honró la institución matrimonial asistiendo a las bodas de Caná (Jn.2:11).
  2. TRIUNFANDO SOBRE LAS FUERZAS DEL MAL (Mt.8:16). Estos milagros fueron una señal de que el reino de Dios había llegado, y que el poder de Satanás estaba siendo restringido como nunca antes.  Más adelante los apóstoles predicaron que el hijo de Dios había venido a deshacer las obras del diablo. El echar fuera demonios particularmente autenticaba el mensaje de los apóstoles sobre el evangelio del reino (Mat. 10:5-8), era una clara demostración de que el reino de Satanás estaba siendo derrotado y de que el reino de Dios había llegado.
Surge la pregunta ¿Por qué será que en los tiempos de Jesús abundaban los demonios, y lo vemos echando fuera demonios con tanta frecuencia? Estoy de acuerdo con otros distinguidos teólogos, en que la razón fue doble: Primero, porque la nación había allegado a un alto grado de impiedad. Josefo, un historiador que existió durante el tiempo de Jesús (37-100 D.C)  escribió que  no hubo una nación bajo el cielo más perversa que ésta. Segundo, en los tiempos de Jesús la gente era fuertemente adicta a la magia y hacían pactos con el diablo y los demonios, de tal manera que era una práctica común, casi que familiar.  Cuando nació Jesús, el infierno tembló. Satanás buscó matar a Jesús desde su nacimiento. Fue por esto que el Señor actuó con su poder destruyendo las obras del diablo (Hch.10:38). De esta manera, el Mesías no solamente tenía que demostrar el poder sobre la enfermedad, y la naturaleza, sino que El tenía que demostrar poder sobre Satanás y los demonios. Así que, a donde quiera que iba Jesús, sucedía dos cosas: Él hacía milagros físicos y expulsaba a los demonios.
Encuentro en la Biblia que El Señor apoyó a los apóstoles en este ministerio. Marcos 16:9-20, echar fuera demonios y otros milagros eran señales de apostolado y de que en verdad Dios estaba con ellos.  Sólo los apóstoles fueron comisionados por el Señor para hacer señales y prodigios, sobretodo en un momento que se estaban colocando los cimientos de la iglesia. La predicación apostólica estuvo respalda por el Señor (Heb.2:3-4). Pero fue solo a ellos, nosotros no somos apóstoles para pretender que tenemos el mismo poder que ellos tuvieron. Al contrario, es peligroso. La revelación nos ha dejado un ejemplo de lo que puede pasar cuando uno se pone a jugar con estas cosas (Hch.19:13-20).  Así que, la enseñanza carismática que uno tiene que reprender al diablo y enfrentarse con él, es falsa y peligrosa. Lo máximo que podemos hacer es lo que hizo el arcángel Miguel (Judas 8-10)
¿Usted quiere derrotar al diablo? La fórmula para combatir al diablo no es “atándolo” sino resistiéndolo firmes en la fe (1 Ped. 5:9). Santiago lo expresa claramente: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4:7).
  1. CUMPLIENDO LA ESCRITURA (v.17). En el siglo VIII a.C., Isaías profetizó según 53:4. Las iglesias carismáticas ha tomado este pasaje bíblico para enseñar una herejía (error doctrinal), diciendo que los cristianos no tenemos porqué estar enfermos. El año pasado falleció  a la edad de 89 años un famoso evangelista americano apellidado Osborn. En alguna ocasión, citando a Isaías 53:4, él dijo:
“…el ministerio nuestro debe ser tal que DECLAREMOS GUERRA ABIERTA A TODA FORMA DE ENFERMEDAD, y tomemos autoridad sobre todo poder del demonio en el NOMBRE Poderoso y Conquistador de Jesucristo, ministrando libertad a todos los sufridos…Tampoco toleremos la enfermedad en nuestros cuerpos, porque Jesús llevó nuestras enfermedades. “El mismo TOMO nuestras enfermedades (debilidades) y LLEVO nuestras dolencias (enfermedades)” (Mateo 8:17). “Ciertamente LLEVO EL (echó fuera) nuestras enfermedades y SUFRIO nuestros dolores…”
Frente a estas declaraciones erróneas que durante casi un siglo se han venido enseñando por todo el mundo tenemos varias cosas que es necesario aclarar:
1) Los cristianos también se enferman (1 Tim.5:23). 2) A veces Dios nos da la salud como respuesta a la oración de fe de la iglesia (Stg. 5:14-15). 3) en otras ocasiones Dios nos llama a su presencia por medio de alguna enfermedad.  4) En otras ocasiones Dios permite que alguna enfermedad nos aflija como parte de la disciplina que necesitamos (Heb.12:6), pero al mismo tiempo nos da todo el consuelo que necesitamos.
La profecía de Isaías, hablando de la futura venida del mesías escribió: “…ciertamente llevó las enfermedades y sufrió los dolores del pueblo” (Is.53:4ª). Esto es una referencia al ministerio de Cristo aquí en la tierra. Realmente a través de su ministerio, Jesús se compadeció de los que sufrían tanto por enfermedades como por la opresión del diablo. Esa parte de la profecía se cumplió al pie de la letra tal como lo señala Mateo, pero la Escritura no está afirmando que Jesucristo llevó todas nuestras enfermedades de tal manera que ningún cristiano tiene porqué estar enfermo. Hasta el punto que iglesias ignorantes llegan a prohibir el uso de medicinas argumentando que quien usa medicinas es porque no tiene fe.
Hace unos 38 años, estando yo recién convertido, casi me convencen con esa doctrina; sin embargo yo tuve algunas aflicciones y además oré por algunos enfermos y yo no puedo decir que Jesús los sanó. Tampoco acepté que era porque yo no tenía fe. Ahora, creo que si tengo alguna salud es porque Dios me la ha dado. Con el tiempo fui aprendiendo la doctrina de la soberanía de Dios, de su plan eterno, y de la realidad del mal en el mundo como consecuencia del pecado. Es por esto que al leer la profecía de Isaías tenemos que leer el versículo siguiente (v.5a). Así que, el profeta continúa diciendo “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados…”. Esta parte de la profecía no tiene nada que ver con sanidad física sino con nuestra rebelión espiritual, por lo cual sigue diciendo “…el castigo de nuestra paz fue sobre él. La muerte de Cristo nos trajo paz. El sufrió en lugar nuestro para que nosotros pudiéramos obtener paz con Dios.

Orosmán Rozo.
Pastor Iglesia Bautista del Norte

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