viernes, 6 de febrero de 2015

La calificación Bíblica del movimiento carismático -Rudolf Ebertshäuser

 
 
 
 
 
 
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Algunos creyentes consideran demasiado duro  juzgar que el Movimiento Carismáticos obra de un espíritu demoníaco. Eso se debe a menudo a que ya no somos tan conscientes del carácter de estos últimos tiempos en que vivimos, ni del serio peligro que esto representa para la iglesia. Nos hemos acostumbrado a juzgar nuestro tiempo y los acontecimientos eclesiales con criterios humanos, en lugar de acatar sin reservas los claros criterios de la Biblia.
Cuando estudiamos lo que la Biblia dice sobre los últimos tiempos en los cuales vivimos, sin duda destaca el lugar predominante que ocupa la advertencia a los creyentes contra la seducción satánica. Si la Biblia es la verdad, entonces ¡hoy tenemos que contar con semejante seducción entre nosotros y prepararnos para enfrentarnos a ella!
Cuando los discípulos le preguntaron al Señor sobre las señales de los tiempos que precederían su venida como Mesías Rey, lo primero que salió de la boca de nuestro Señor fue: “Mirad, que nadie os engañe; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos”(Mr 13:5-6). Esta seducción, que mirándolo bien es la del Anticristo, no caracteriza tan sólo la situación del remanente judío en la época del Anticristo, sino igualmente los últimos tiempos de la iglesia, que preceden a dicho período, antes del retorno del Señor y del arrebatamiento.
De la misma manera nos advierte el apóstol Juan de la venida de falsos profetas (1Jn 4:1) y el apóstol Pedro de falsos maestros en la iglesia (2P 2; comp. 1Jud). El apóstol Pablo anuncia la aparición de engañadores en su discurso de despedida a los ancianos de Éfeso (Hch 20:29-30) y nos avisa repetidamente que la seducción influiría en la iglesia (entre otros pasajes 2Co 11:2-4; Ro 16:17-18; Fil 3:17-19; Col 2; 1Ti 4:1-3; 6:3-10; 2Ti 2,16-3:9; 4:1-5; Tit 1:10-16).

Si nos basamos en la Biblia, es de esperar que en la iglesia de los últimos tiempos habrá un movimiento engañador caracterizado por la aparición de falsa profecía y falsos milagros. Mateo 7:22-23 caracteriza así este movimiento de falsos profetas: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí: apartaos de mí, obradores de maldad.”

¿Dónde hallamos en el último tiempo un movimiento que en el nombre de Jesús difunda profecías, eche fuera demonios y “haga grandes milagros”? Que cada observador sobrio responda por sí mismo a esta pregunta.
A la luz de las Sagradas Escrituras, el surgimiento del Movimiento Pentecostal a principios del Siglo XX es un juicio de Dios en la iglesia de los últimos tiempos. El espíritu que se derramó entonces, es un espíritu de error anticristiano. Su aparición marcó el fin de los movimientos de avivamiento de los siglos XVIII y XIX, y el comienzo de una creciente decadencia espiritual, o mejor dicho, de la apostasía de la fe del Siglo XX. Para los conocedores de las Escrituras esto no es ni chocante ni inverosímil, pues saben que “el juicio comienza de la casa de Dios”(1P 4:17). Ya en el Antiguo Testamento Dios derramó un espíritu engañador sobre su pueblo infiel. Las consecuencias se asemejan estremecedoramente a las que vemos en el engaño pentecostal y la “bendición de Toronto”: embriaguez espiritual y excesos blasfemos: “Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegad; embriagaos, y no de vino; titubead, y no de sidra. Porque Jehová extendió sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró vuestros ojos: cubrió vuestros profetas, y vuestros principales videntes. Y os será toda visión como palabras de libro sellado…” (Is 29:9-11 comp. Is 28:7-13; 2Cr 18:18-22; Is 19:14).
No es casualidad que precisamente la segunda columna básica del Movimiento Carismático, es decir, la doctrina de que al final de los tiempos supuestamente se derramará el Espíritu sobre la iglesia y sobre toda la humanidad, con el consecuente avivamiento de las masas y la conversión mundial a Cristo, también esté en total oposición a lo que enseña la Escritura. Contrastando con las miles de profecías falsas que desde hace más de 100 años están anunciando la venida de un avivamiento mundial de las masas y el derramamiento del Espíritu, la palabra profética verdadera dice que los últimos tiempos serán una época de masiva apostasía de la fe (1Ti 4:1; 2Ts 2:3), un tiempo de engaño y de impiedad (Mt 24:4-5 y 11-12) donde la maldad madurará hasta el juicio como en los tiempos de Noé y de Sodoma (Mt 24:37; Lc 17:28-34)
La doctrina del derramamiento del Espíritu sobre la iglesia al final de los tiempos está basada en una nueva interpretación engañosa de la profecía que hallamos en Joel. El lector atento, sin embargo, verá por el contexto que este pasaje sobre el derramamiento se refiere al pueblo de Israel en los últimos tiempos. El espíritu que ha producido esta doctrina mentirosa y que fue derramado como consecuencia de expectativas engañosas, excitadas por ideas faltas de sobriedad, es un espíritu de mentira. Tampoco es casualidad que donde primero surgiera esta forma extrema de seducción de los últimos tiempos fuera en los movimientos de santidad extremos. Éstos, con su falsa doctrina del “corazón puro”, contradicen a lo que Dios nos dice en la Biblia. Según ellos existe la santificación completa, es decir, que el creyente puede llegar a un estado de perfección tal que no peque. Con ello hacen a Dios mentiroso según el juicio de la Biblia, porque: “Si dijéremos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”(1Jn 1:10)
Así pues, no debe asombrarnos que esta operación de error, impedida considerablemente durante 60 años por la resistencia de creyentes fieles a la Biblia, mediante el Movimiento Carismático extendiera justamente hacia las grandes iglesias apóstatas y leudadas por la teología liberal. Ni tampoco que ahora, en una “Tercera Ola” contamine también círculos evangélicos que antes eran relativamente conservadores, manifestando la infidelidad creciente y el debilitamiento de la fe y doctrina bíblica de allí, y no es ni mucho menos una prueba del supuesto origen divino de dicho “movimiento del Espíritu”.
En Alemania “La Declaración de Berlín” redactada por creyentes firmes en la Biblia fue durante décadas un dique protector contra la seducción de los últimos tiempos. Pero ahora, ese dique también se ha roto y la avalancha del engaño por falsos espíritus se introduce ya libremente aún en las iglesias evangélicas más conservadoras. Antes de que esto ocurriera, bautistas, metodistas y otras iglesias libres ya habían tolerado e incluso fomentaron esta levadura carismática entre ellos.
Actualmente estamos viendo como los esfuerzos por crear un cristianismo unificado, bajo la supremacía de la Iglesia Católica Romana, están aumentando mucho y tomando formas concretas ya palpables. Las iglesias protestantes han abandonado los fundamentos de la Reforma a nivel mundial, y han apostatado de la fe bíblica verdadera. Y ahora intensifican los esfuerzos para conseguir la unión con Roma, que hará posible la revocación de la Reforma y el establecimiento del poderío mundial de Babilonia, la gran ramera. Cada vez más voces evangélicas aprueban una colaboración con la Iglesia Católica: por ejemplo para llevar a cabo actividades evangelísticas.
Dentro de este desarrollo alarmante, ahora el movimiento carismático con su enorme crecimiento, está asumiendo un papel clave. El 50% de sus componentes son católicos leales a la Iglesia Católica Romana. Varios cientos de miles de católicos, (entre ellos también obispos y cardenales, e incluso el predicador del Papa), pertenecen al movimiento católicocarismático de renovación, que está bajo el protectorado del Papa.
Los carismáticos católicos que admiten todas las doctrinas falsas de la Iglesia Católica, incluidas la “eucaristía” y la veneración de María y los santos, son reconocidos como verdaderos hermanos en la fe por los carismáticos de tinte evangélico, porque también han recibido el falso “bautismo del Espíritu” y practican los mismos falsos “carismas” que ellos. Así, de golpe, incluso jesuítas se transforman en “hermanos en Cristo”, que son los enemigos declarados de los verdaderos creyentes. Y líderes carismáticos les dejan colaborar con ellos en círculos ejecutivos.
He aquí una prueba convincente de la verdadera naturaleza del espíritu de error que reina en este movimiento. Durante la Reforma, y también después, el Espíritu Santo verdadero sacó innumerables creyentes de la seducción anticristiana de la Iglesia Católica Romana, dándoles a menudo la fuerza para sellar con su sangre su fe bíblica en la salvación que es únicamente por Jesucristo.
Y ahora ¿el Espíritu de Dios estaría impulsando a los creyentes para que colaboren precisamente con esta iglesia engañadora? ¿Cómo se concibe que cientos de miles de personas, supuestamente bautizadas con el Espíritu de Dios, sigan adorando a María y a los santos como “mediadores” y sigan participando del abominable sacrificio idólatra de la “eucaristía”? Es impensable que el Espíritu de Dios pueda guiar a los creyentes al ecumenismo y a la Gran Ramera. ¡Eso Jamás!
El “Consejo Mundial de Iglesias”, hace años que ya aprobó y apoyó explícitamente al movimiento carismático, porque ve en él un importante vínculo para la unificación de creyentes evangélicos y católicos, mediante una experiencia común y dejando de lado las cuestiones doctrinales que los separan. Organizaciones carismáticas clave, como “Juventud con una
misión”, hace muchos años que trabajan estrechamente y confiadamente con la Iglesia Católica, animando a todos sus seguidores católicos a que permanezcan fieles a su iglesia.
Cada vez se oyen más llamamientos carismáticos que abogan por recuperar la “unidad del cuerpo de Cristo” mediante la inclusión de la iglesia de Roma, y que abogan por “sanar las heridas de la separación”. De ahí que durante el último gran congreso carismático jugara un papel clave el predicador del Papa Cantamalessa, un católico-carismático.
Vemos, entonces, que el significado de la seducción carismática en los últimos tiempos consiste en que prepara la entrada de los creyentes protestantes y también evangélicos conservadores en el ecumenismo, y con ello en la Gran Ramera. La persona que está envuelta en la niebla de ese falso espíritu, o deslumbrada por él, ya no posee la fuerza espiritual ni la sobriedad para resistir a la corriente del ecumenismo y de la Gran Ramera babilónica.
La mística subjetiva y la búsqueda de experiencias actúan como una potente ola que se está llevando los fundamentos escriturales de la fe de aquellos que se abren a ella. También confunde completamente las diferencias entre luz y tinieblas, entre la iglesia bíblica y la ramera anticristiana. Las profecías falsas y las señales engañosas del Movimiento Carismático que minan la autoridad única de la Sagrada Escritura – al poner a su lado otras fuentes de revelación como equivalentes-, lo que hacen, a fin de cuentas, es preparar la venida del anticristo, el cual llevará esas falsas profecías y señales engañosas a su terrible culminación (2Ts 2:9-12; Ap 13).
Ponencia, ligeramente abreviada, presentada durante la Conferencia de las Iglesias de los Hermanos Libres de Dillenburg, Alemania, en octubre de 1999. Traducido del alemán por Elisabet Ingold-González.

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